Si se habla en términos de tecnología e innovación dentro del sector de la automoción, existen dos puntos de partida que parecen haber cobrado una relevancia superior al resto de alternativas. El famoso carsharing y el la conducción autónoma son las dos variables que, a priori, tendrán un mayor peso dentro de la industria.
Los fabricantes de automóviles ya lo tienen en mente y desde hace algún año que otro investigan para no ser los últimos en descubrir la última moda del sector. Desde el Estado también se han reblandecido las leyes con objeto de probar los últimos adelantos en la conducción autónoma con tráfico real. Ahora bien, ¿podrían estas supuestas mejoras acabar con la rentabilidad de la industria?
Esto es lo que deberían pensar los fabricantes ante el carsharing y el coche autónomo
Ambas tecnologías podrían, en principio, provocar una caída en los ingresos, ¿verdad? En primer lugar, el carsharing acabaría con la compra de muchos coches privados, sobretodo los que están principalmente producidos para ser conducidos en el ámbito urbano. Obviamente se incrementaría la compra por parte de las flotas con el objetivo de incrementar el servicio ante una mayor demanda pero solamente se tendría un beneficio extra en un par de años, ¿no?
Lo mismo sucedería con la conducción autónoma. No es la primera vez que las máquinas prueban que son más eficientes que los humanos. Con un software calibrado y probado en todas sus facetas, esta innovación podría en tan solo cinco años inundar las ciudades de medio mundo. ¿Ser más eficientes? Podría reducirse el número de coches siniestrados, reduciendo la posibilidad de cambiar de coche por accidente.
Entonces, ¿les conviene mantener la investigación? Por supuesto. Habrá gente que, pese a unos mayores impuestos, querrá tener a su disposición un coche en su plaza de garaje. Además, toda una flota de coches bajo el formato carsharing significará que estarán utilizándose muchas más horas que los que actualmente están en manos de familias. Se estima, por tanto, que la vida de estos se reducirá unos cuantos años.
¿Obsolescencia programada? Seguramente, automóviles como el Mercedes W124 no entienden qué quiere decir esas dos polémicas palabras, sin embargo, todo ha cambiado con el paso de los años. ¿Rejuvenecimiento del parque móvil o mayor número de averías sospechosas? No seré yo quien ponga en tela de juicio una evidencia pero todo parece que en el futuro, los coches serán menos resistentes que los actuales, ¡ojo! No en términos de seguridad.
La conducción autónoma, al fin y al cabo, no tendría por qué minar las cuentas de resultados de las compañías. Es cierto que algunos mecanismos como el freno de asistencia automático afectará al negocio de los talleres pero podría verse sustituido por un encarecimiento en el precio inicial por la mejora de la tecnología y las innovaciones incluidas en el vehículo nuevo.
Habrá que estar alerta al sector en los dos o tres próximos años. La tendencia marcará un antes y un después en la industria. ¿Qué factores más allá del carsharing agregarías en la transformación del sector?