La activación del escenario 3 de contaminación por parte del Ayuntamiento de Madrid debido a la elevada concentración de partículas de dióxido de nitrógeno (NO2) y por tanto la prohibición de circular a la mitad del parque automovilístico en función de la numeración de su matrícula ha generado una gran polémica.
En este caso, el protocolo establecido por el Ayuntamiento de la capital para este tipo de situaciones deja claro que únicamente podrán circular por el centro de la ciudad (la zona interior delimitada por la M-30) los vehículos con matrícula par los días pares y los vehículos con matrícula impar los días impares. Pero, ¿es justa esta forma de restringir el tráfico?
Parece que en un episodio de elevada contaminación de forma continua, prohibir circular a la mitad de automóviles un día y a la otra mitad al siguiente puede ser adecuado. Pero en un periodo puntual de exceso de contaminación no parece la medida más correcta.
La situación ocurrida en Madrid es el mejor ejemplo. El Ayuntamiento ha mantenido la restricción a la mitad de los coches durante solo un día, el 29 de diciembre. En esta fecha únicamente los vehículos con matrícula impar podían pisar el centro de la ciudad.
Sin embargo nos hemos encontrado en la situación de que un coche diésel moderno que cumple normativa de emisiones más exigente de la Unión Europea no podía circular por el interior de la M-30 solo porque su matrícula era par, mientras que un modelo diésel con quince años y mucho más contaminante sí podía hacerlo.
Una forma más justa de limitar el tráfico
En este sentido se ha pronunciado el presidente de la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor (GANVAM), Juan Antonio Sánchez Torres, quien ha defendido que la solución no pasa por limitar la circulación de los coches en función de su número de matrícula sino en función de su antigüedad.
De esta forma, Sánchez Torres considera que “no tiene sentido” permitir la circulación de un coche con matrícula impar si éste tiene más de diez años y expulsa por su tubo de escape hasta un 95% más de partículas contaminantes que uno nuevo y eficiente, que debe quedarse “en casa” por tener una placa que termine en número par.
Así, el responsable de Ganvam insistió en que la solución para hacer de las ciudades entornos más limpios no está en prohibir el uso del coche utilizando criterios arbitrarios, sino en articular una fiscalidad que incentive la renovación del parque.
En este sentido, defendió, por ejemplo, la necesidad de adecuar el Impuesto de Circulación a criterios medioambientales con el fin de desincentivar a los vehículos más contaminantes, que coinciden precisamente con los de mayor antigüedad y emisiones.