BMW por fin presenta en sociedad al nuevo M4 cabrio, uniéndose a los ya conocidos M3 y M4 Coupé. Éste mantiene las prestaciones respecto a sus hermanos M3 y M4 Coupé, y centra su imagen de descapotable de techo duro, derivado de un coupé del que no desentona nada.
Es casi calcado a su hermano coupé en aspecto, como viene siendo habitual en la gama BMW, donde los modelos se vuelven prácticamente irreconocibles entre ellos. Con la capota cerrada será un calco del coupé. Los nervios del capó, los retrovisores de doble soporte o los pasos de rueda abombados para las enormes ruedas de 18 pulgadas siguen siendo sus principales rasgos de identidad.
El motor sigue siendo el mismo que en el M3 y M4 Coupé, el bloque de seis cilindros en línea TwinPower Turbo. Son 3000 centímetros cúbicos de cilindrada, que entregan una potencia de 431 cv y un par máximo de 550 Nm. Estas cifras son capaces de catapultar al M4 Cabrio hasta los 100 km/h en tan solo 4,4 segundos —solo con el cambio automático de doble embrague—.
Los materiales ligeros siguen siendo un nexo común en el nuevo M4 Cabrio. Así, contamos con el capó, aletas delanteras y varios componentes del chasis construidos en aluminio. Otros elementos como el árbol de transmisión está construido en plástico reforzado con fibra de carbono. Esto permite hacerlo de una sola pieza y ahorrar peso, además de reducir las masas giratorias. La barra de torretas del vano motor también está construida en CFRP, lo que da una gran rigidez al chasis —más que una similar en aluminio— a cambio de tan solo 1,5 kg de peso.
La capota se abate en tres partes, y está completamente revestida, dando una capacidad de aislamiento muy buena, tanto térmica como sonora. Solo serán necesarios 20 segundos para pasar de tener la capota abierta a cerrada, lo único malo es que no podremos hacer la operación a más de 18 km/h, cuando lo normal es que se permita una velocidad de al menos 50 km/h.
