Hace unos días que BMW nos presentó su nuevo buque insignia, el nuevo BMW Serie 7. Muchos han sido los cambios respecto a la generación que le precede, sobretodo en el ámbito tecnológico, donde vuelve a ponerse a la cabeza de la competencia, para estar a la altura del mejor de su clase hasta el momento: el Mercedes Clase S.
¿Pero qué mejor manera para observar la evolución del BMW Serie 7 que mirar cómo se ha ido transformando a lo largo de los 38 años que lleva en el mercado? Hoy os traemos un vídeo que nos muestra eso, pero con la técnica del morphing, que transforma la imagen para ver de forma mucho más clara la evolución de esos trazos de la carrocería.
Lo que más llama la atención es cómo los bávaros han ido engordando su berlina de representación, y generación tras generación no ha parado de crecer. En la anterior generación perdió la poca deportividad que le quedaba, pero parece ser que esta nueva versión recupera las mejores líneas del pasado.
También nos sorprende su hocico frontal, que no ha hecho más que crecer en cada evolución, siendo casi ridículo en el Serie 7 de 1977, en comparación con la monstruosa calandra que preside el frontal de esta generación. Hemos pasado del morro de tiburón a casi el hocico de un cerdo. En el E23 la rejilla ocupaba 1/6 del frontal, en el nuevo G11 ocupa justo la mitad del frontal. Realmente ha crecido, ¡mucho!.
Mientras que el resto de modelos de la familia de BMW estilizan sus hocicos, para hacerlos más afilados e integrados con el resto de la carrocería, el del Serie 7 padece de obesidad mórbida y cada vez es más grande y desproporcionado. Y no parece que esto vaya a cambiar en el futuro.
Como decíamos, en el vídeo se puede observar este nuevo BMW desde todos los ángulos, a lo largo de cada generación, pero en la última vista, la trasera, no hay posibilidad de comparación, porque BMW no hizo una foto del G11 con fondo blanco de la trasera en forma totalmente perpendicular.