Aquí tienes un repaso a los ganadores de Le Mans en cada década, ¡cómo han cambiado!

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Ferrari 250 LM

Si hubiese que valorar cuáles son las grandes citas del calendario de la competición automovilística, Le Mans debería estar, al menos, en el podio y en el mismo nivel que trazados como el urbano de Mónaco o el kilométrico Nürburgring. Las 24 horas de Le Mans es una prueba mítica dentro del mundo de las carreras y cada mes de junio muestra por qué tiene esta apreciación.

Lleva celebrándose desde 1923 y como puedes imaginar, el diseño de los monoplazas ha variado profundamente con el paso de las décadas, ¡no siempre han luchado vehículos como los actuales, algunos de los cuales son ya hasta híbridos!

Ahora, unos dibujos recrean por qué ha tenido un éxito inalterable con el paso de los años. Ya han pasado más de 9 décadas y sigue gozando de una vital importancia para los fabricantes que compiten en el circuito de la Sarthe.

Cómo ha sido la profunda evolución de los bólidos que han participado en las 24 horas de Le Mans

Tal y como dice el dicho, ‘del segundo nadie se acuerda’. Es por ello que en las imágenes anteriores aparecen los monoplazas más importantes de cada una de las décadas, es decir, aquellos que como mínimo lograron alzarse con la victoria en una ocasión.

Comenzando con los primeros inicios de esta competición, en el año 1924 se hicieron con la victoria los ingleses John Duff y Frank Clement, los cuales pilotaron un Bentley con motor de 3 litros que lograba extraer apenas 70 CV de potencia. Tenía una velocidad punta de 128 km/h y disponía solo de lo indispensable para reducir la mayor parte del peso.

Bentley

Durante los años treinta, los bólidos no sufrieron grandes modificaciones. El estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó que en muchas ocasiones los fabricantes tuviesen que destinar muchas inversiones al desarrollo de maquinaria pesada.

Lo mismo ocurría con la posguerra, donde las arcas de muchas compañías habían quedado mermadas por los esfuerzos excesivos realizados por la contienda. Sin embargo, los años cincuenta trajeron prosperidad y provocó que de nuevo las principales marcas del mundo del motor se volviesen a interesar por el desarrollo de automóviles de competición.

Así pues, en el año 1957 salió vencedor un vehículo de origen británico. El Jaguar D-Type se alzó con la victoria y algunos de sus principales motivos fueron disponer de un motor de 3.4 litros que rendía aproximadamente unos 245 CV. Esto le permitía alcanzar una velocidad máxima en recta de 268 km/h, muy superior a los números que conseguían 3 décadas atrás.

Jaguar D-Type

El siguiente punto que se merece unas líneas llegó en la segunda mitad de la década de los sesenta. El fabricante americano Ford ya había hecho sus pinitos en esta competición anteriormente pero fue con el increíble GT40 con el que confirmó su liderazgo en la industria. Este modelo fue ganador en 4 pruebas seguidas, lo que le afianza como uno de los bólidos más importantes de la historia.

Es tan majestuoso que el fabricante ha querido crear una versión de su actual GT con los mismos colores que por aquel entonces lucía el superdeportivo. El principal culpable de su poderío fue su peso ya que ni siquiera alcanzaba el millar de kilos, se quedaba en unos ligeros 908 kilogramos.

FordGT40

Hay que avanzar hasta 1979 para descubrir el siguiente modelo mítico. Una evolución del BMW M1 de calle ganó Le Mans gracias a un motor que ya alcanzaba los 470 CV de potencia. Conseguía rodar a 308 km/h y ello le permitía refrigerar un motor de 3.5 litros y 6 cilindros en línea.

Llegando al 1995 se puede encontrar uno el que quizás más entusiasmo ha despertado entre los seguidores de esta prueba de resistencia. El McLaren F1 GTR es un icono del mundo de los superdeportivos y prueba de ello es que aún se encuentra entre los más rápidos de la historia aunque ya hayan pasado dos décadas desde que salió de fábrica por primera vez.

A día de hoy goza de una revalorización a la altura de superdeportivos que estuvieron en la cúspide de la industria. Su motor de origen BMW y toda una retaíla de innovaciones introducidas han hecho que la exclusividad le haya situado entre los más caros del mundo. En el mercado del vehículo clásico ya cuenta con cifras de 7 dígitos y pronto podría superar la cifra de los 10 millones en valor.

McLaren F1 GTR 1995

Por último, dada la tecnología que incorporó en la segunda década del siglo en el que estamos, se merece unas líneas el brutal Audi R18 híbrido. El motor de combustión diésel era un V6 TDI mientras que también poseía ayuda eléctrica para mejorar la aceleración. Ganó en el 2014, convirtiéndose en el primer bólida que se alza con la victoria disponiendo de una motorización híbrida.

Cuando ambos motores gestionaban juntos, lograba conseguir 777 CV de potencia, algo que le permitía llegar hasta los 362 km/h, siendo el más rápido de su categoría. Es cierto que penalizaba su peso la disposición de esta tecnología pero la potencia hacía que se inclinase la balanza hacia el otro lado.

Audi R18

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