Ya no podemos vivir sin alguna de estas dos opciones. Hace ya unos años que creemos que es intolerable que un automóvil que estamos estudiando su compra no porte de serie ninguna de estas 2 propuestas básicas de confort. De hecho, la gran mayoría incorpora el aire acondicionado de serie y como extra el climatizador. ¿Merece la pena subir el escalón?
El primero de ellos es el más económico pero a la larga podría salir más rentable la inversión inicial en el climatizador porque en un futuro podría suponer un menor coste en términos de mantenimiento. Por ello, a modo de saber qué producto nos puede interesar más, es imprescindible aportar unos tintes sobre cómo funcionan ambos sistemas.
En qué consisten los sistemas de aire acondicionado y climatizador
Lo más seguro, y más ahora que llega el buen tiempo, es que enciendas a diario alguno de estos 2 sistemas en tu coche. Por ello, es necesario saber por qué sale por las rendijas aire frío.
- Aire acondicionado: Esta opción se maneja directamente desde el botón con el que regulas la calefacción. Únicamente se debe elegir la temperatura y la intensidad del chorro de aire, es decir, la velocidad a la que va a girar el ventilador que lleva acoplado. Y te preguntarás, ¿por qué si se maneja desde la función de la calefacción sale aire frío?
Todo se debe a la dispersión de un gas que produce una reacción que da como consecuencia el enfriamiento del aire. Es por ello que una mayor sensación de frío se debe a una liberación de una mayor cantidad del gas acumulado en un tanque que lleva el vehículo a disposición.
La composición del gas depende del tipo de compuesto que se haya utilizado. Los más utilizados son los GasR-410A y ElR22clorodifluorometano, más eficiente en términos energéticos y menos contaminante.
- Climatizador: Esta opción, menos económica que la anterior, lo que hace es que mezcla aire calor con frío para conseguir una temperatura en el habitáculo más eficiente en un menor tiempo. Además, permite a los pasajeros gozar de diferentes temperaturas en función de sus preferencias.
Este sistema permite aclimatar la temperatura del interior del vehículo sin necesidad de estar continuamente regulando la intensidad del ventilador ya que esto se hace automáticamente.
Mantenimiento de ambos sistemas
Una de las variables que más conviene repasar es el coste de una u otra inversión. Quizás, podría resultar más óptimo aprovechar la compra y hacerse con la opción más cara si en el futuro dará menos problemas o necesitará un mantenimiento más llevadero. ¿Merece la pena que se regule automáticamente o simplemente nos vale con el a/c?
El principal problema que suelen acontecer estos sistemas es la aparición de fugas en todo el circuito de refrigeración. Esto provocaría una reducción de la eficiencia ya que habría una parte del aire que se escaparía antes de llegar al habitáculo.
Que ocurra esto es muy difícil de detectar (a no ser que haya serias evidencias de que por la rendija no sale aire frío) por lo que lo más lógico es someter el sistema a una revisión periódica, cada 2 años aproximadamente.
Las recargas de aire acondicionado no suponen un coste que pueda ir más allá de los 25-30 euros pero es importante tenerlo en cuenta de cara al futuro. Éstas no deberían producirse con una frecuencia inferior a los 4 años porque en este caso podría hablarse de que el sistema no funcionaría correctamente.
Otro de los posibles inconvenientes es que este sistema provoca que algunos componentes se vean sometidos a una humedad considerable, pudiendo contribuir a la aparición de hongos y bacterias que reducirán la vida útil de las opciones.
Portar adecuadamente el sistema anti-polen es vital, también, para que aquellos que son alérgicos no sufran la ira de la primavera. Con el paso del tiempo se obstruye, teniendo que sustituirlo con una frecuencia anual, a poder ser, coincidiendo con la llegada de esta época estival.
Entonces, ¿con cuál nos quedamos? Como con todo lo relacionado con los extras, habrá que determinar qué opción se escoge en función de la utilidad que se cree que se le vaya a dar, el presupuesto del que se disponga y la importancia que le demos a uno u otro sistema.