Conducir un coche puede parecer una actividad trivial, algo que todo el mundo hace sin aparente dificultad, sin necesidad de pensar. Es algo que llevan interiorizado y cualquier persona podría hacerlo. Todo esto es una perspectiva muy equivocada y si realmente, ves las cosas así, es mejor que empieces a cambiar tu forma de pensar respecto a la conducción, pues se trata de una actividad compleja que exige plena capacidad a quien la practica.
No sólo debemos aprender las normas de tráfico, debemos aprender a controlar nuestros movimientos y comprender por qué cada uno de ellos desemboca en cada reacción y respuesta del coche, debemos estar atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor y saber reaccionar ante los imprevistos. No es una actividad fácil y la experiencia se deja notar exponencialmente y nos enseña a simplificar y seleccionar los estímulos útiles para decidir qué acción emprender en cada momento.
Sólo tienes que fijarte en la primera vez que alguien se pone al volante de un coche, se le nota rígido, sus movimientos no son fluidos y van muy tensos por culpa de los coches que tiene alrededor, de los peatones, de los semáforos, en fin, por todo. Hay quien incluso llega a evitar ciertas zonas con mucha afluencia de tráfico como el centro de grandes ciudades o las autopistas. Cosas que si bien, pueden ser por culpa de poca habilidad o de ser novatos al volante puede por el contrario, ser motivado por tener fobia a conducir. Esto es un tema que a muchos nos parece raro, conducir lo hace todo el mundo, pero existe una fobia a manejar un vehículo e incluso tiene nombre: amaxofobia, el miedo irracional a conducir.
Por norma general, es algo que se suele achacar a nerviosismo, a falta de práctica o a ciertas cosas que al final se suelen superar con el tiempo, situaciones como las mencionadas anteriormente u otras muchas como pueden ser tomar una curva o adelantar, un tema que resulta una de las acciones más peligrosas que se pueden realizar con un vehículo y que un día deberíamos tratar detenidamente aunque la gente lo haga como si fuera el pan de cada día. El problema es que la amaxofobia es peligrosa, el miedo puede bloquear completamente a una persona y eso conduciendo, significa accidente asegurado. Lo más llamativo de todo es que se trata de una fobia muy poco conocida y menos gente todavía reconoce tener miedo a conducir, se excusan en que simplemente se les da mal, que conducen porque es muy práctico y con eso le vale o incluso pueden llegar a decir que no le tienen las medidas al coche y por eso conducen así. Estos son solamente unos ejemplos.
No es malo reconocer que se tiene miedo a conducir, la amaxofobia, como cualquier otro miedo irracional, se puede superar si trabajamos en ello. Existe una página web, conducirsinmiedo.com, creada por el profesor de autoescuela y psicólogo Javier Diaz Calero, donde exponen claramente el caso y donde también te ayudan a superarlo para que el miedo no interfiera en tu día a día. Incluso han realizado un perfil de persona típica que sufre amaxofobia y sorprende que la gran mayoría son mujeres de entre 30 y 40 años, siendo solamente un 25% de los hombres lo afectados, con edades comprendidas entre los 35 años. Además, los motivos son muchos, desde un accidente de tráfico, algo que sería de lo más lógico, pasando por faltas de autoestima, depresiones e incluso personas con el carnet recien sacado que se enfrentan por primera vez al tráfico ellos solos y no pueden soportar la presión, abandonando la conducción para siempre. Hay casos en los que el estrés laboral o en la vida diaria afectan y pueden desembocar en amaxofobia.
Un estudio elaborado por el Instituto Mapfre de Seguridad Vial en 2005, afirma que el 30% de los conductores sufren de amaxofobia, aunque sólo el 12% presentan problemas a la hora de conducir un automóvil. Al parecer, y siempre según datos de 2005, hay 150.000 personas en España afectados severamente por este miedo irracional a ponerse al volante de un vehículo. Pero van más allá, y según la misma web, han creado una serie de pautas que identifican a las personas más propensas a sufrir de amaxofobia:
– Un estilo de pensamiento rígido, perfeccionista y controlador que les dificulta adaptarse a la situación.
– Un conjunto de creencias, expectativas y actitudes sobre el tráfico que influyen en la manera de percibirlo como una amenaza.
– Una selección errónea de los estímulos relevantes para tomar una decisión adaptada a la exigencia de la situación.
Por si fuera poco, también creen que ‘la alta frecuencia de una baja autoestima, estrés negativo, ansiedad generalizada, fobia social y agorafobia en los afectados constituyan factores de riesgo del miedo a conducir.’
No obstante y como se ha comentado antes, la amaxofobia se puede superar, un problema deja de ser un problema cuando tiene solución aunque no hay fórmula milagrosa y cada persona es un mundo, pudiendo superarse en días o en años. Siempre dependiendo de cada uno y del tiempo que se lleve padeciendo esta fobia. En algunos casos serán capaces de perder el miedo a conducir por sí mismos y en otros se necesitará la ayuda de un profesional. De todas formas, vamos a enumerar una serie de pasos que se recomiendan para que el miedo sea cosa del pasado.
– Debemos identificar sobre el papel cuales son las situaciones que nos hacen pasar miedo al volante.
– Una vez detectadas esas situaciones, pensar e idear una respuesta para cada una de esas situaciones. No hay prisa, debe hacerse con calma.
– Cuando hayamos encontrado esas respuestas, estudiarlas en voz alta para que sea más fácil interiorizarlas.
– Importante, volver a conducir pero siempre acompañados por alguien. Ese alguien debería ser de confianza para que no nos genere más estrés adicional.
– Es vital conducir adaptándose a las circunstancias y desarrollar un autocontrol emocional, es decir, hacer y no sentir.
Conducir un vehículo es algo cotidiano, en ocasiones hasta necesario. Es por ello que una vez más, abogamos por la instauración de una asignatura de educación vial desde el colegio y así, evitaremos no sólo las faltas de respeto y educación en carretera, sino síndromes como la amaxofobia.