No, no me refiero con ir atropellando a gente o saltándonos semáforos en ciudad. El evitar usar el freno en la medida de lo posible es una de las técnicas de conducción eficiente, donde nuestra concentración y la capacidad de anticipación entran en juego para evitar consumir la mayor cantidad de combustible o electricidad posible.
Esto sobretodo es más beneficioso en los coches híbridos o eléctricos, donde la función de frenada regenerativa hace que al soltar el acelerador pierdan velocidad de forma más acentuada, ya que aprovechan esto para recargar sus baterías. Así que el truco está en hacernos a la capacidad de “frenado” de nuestro coche para evitar pisar el freno, y dejar que el coche se pare solo. Por eso tendremos que saber prever obstáculos o semáforos. En el momento que pisemos el pedal del freno la frenada regenerativa se va al traste.
Y para prueba de esta técnica, en AutoExpress se han decidido a probar la frenada regenerativa en un BMW i3 en el centro de Londres. ¿Qué mejor escenario que este para probar cómo funciona? Hay que estar realmente concentrado, y tras un largo paseo consiguen haber tocado el freno tan solo tres veces. Es complicado que se pare el coche por completo con la frenada regenerativa, pero lo consiguen en alguna ocasión.
Pero en los coches con motor de combustión también es posible, en vez de usando la frenada regenerativa, el freno motor. En este caso la retención no será tan acusada como en un híbrido o eléctrico, por lo que nuestra capacidad de previsión tendrá que ser aún mayor. Lo que ha de quedarnos claro es que en el momento en el que soltamos el acelerador el consumo es cero. Si queremos mayor retención, tendremos que bajar marcha para que perdamos velocidad más rápidamente.
Si intentamos practicar la conducción anticipada en nuestro coche veremos como el la media de consumo empieza a bajar décimas hasta bajar unos cuantos litros respecto a nuestra conducción normal. Para empezar practicando podemos intentar salir de las autovías sin pisar el freno, soltando el acelerador a tiempo; o cuando veamos un semáforo en rojo, soltar el acelerador ya a lo lejos para cuando lleguemos a la cola, estemos casi parados.
En los trayectos que hacemos con más asiduidad también podemos practicar la conducción preventiva, a ver hasta dónde somos capaces de llegar. Con esta técnica no solo ahorraremos en combustible, sino también en frenos. Por supuesto, no debemos poner en peligro la seguridad para intentar ser ahorradores, y el freno está para usarlo siempre que sea necesario.