Como no todos los conductores son igual de rentables para una compañía de seguros, tampoco se les debe cobrar lo mismo. Sobre esta máxima se fundamenta el sistema de bonificaciones-penalizaciones que utilizan hoy en día las aseguradoras. En varias ocasiones a lo largo de este especial sobre el seguro del automóvil he recalcado que el negocio de una compañía depende sobre todo de la baja o nula siniestralidad. Es decir: si la circunstancia asegurada nunca llega a producirse, la rentabilidad de la compañía aumenta, ya que los ingresos permanecen constantes mientras que los gastos –los pagos por daños e indemnizaciones– se reducen. Siempre que tengas claro este concepto, podrás comprender mejor el funcionamiento de una compañía y no te frustrarás más de lo necesario cuando surjan los problemas.
El índice de siniestralidad
Una aseguradora, antes de dar un presupuesto, recaba unos cuantos datos para analizar el perfil de riesgo del futuro cliente. Para ello, utiliza una serie de variables como la edad, la experiencia al volante, el índice de siniestralidad, el sexo, el lugar de residencia,… Los seguros manejan potentes estadísticas que les indican que hay determinados sectores de población que concentran una mayor siniestralidad. Y si el interesado se encuentra dentro de uno de esos segmentos de población, automáticamente se le aplica un precio más elevado que a otro conductor que estadísticamente es menos peligroso.
Para conocer el índice de siniestralidad de cada conductor, las compañías han creado un fichero denominado SINCO en el que registran todos los accidentes en los que incurren sus asegurados. De ese modo, cualquier aseguradora puede consultar la base de datos antes de hacer un presupuesto, y de ese modo valorar correctamente el riesgo que deberá asumir.
Sistema bonus/malus
Sobre los datos que figuran en el SINCO, las compañías utilizan un sistema de bonificación o penalización en función del historial concreto de cada individuo. Para clientes que nunca dan partes de accidente, las aseguradoras aplican una serie de bonificaciones o descuentos sobre el precio de las coberturas contratadas (los impuestos y la parte correspondiente al Consorcio de Compensación de Seguros no son susceptibles de descuento). Por el contrario, para aquellos clientes que notifican a su aseguradora varios accidentes, el sistema bonus/malus puede conllevar una penalización sobre la prima que están pagando.
Porcentajes de bonificación
No hay normas fijas en lo que respecta a las bonificaciones y penalizaciones. Cada compañía tiene una política distinta en el porcentaje de descuento y en el tiempo necesario para acumular mejores bonificaciones. Lo habitual es que acepten como máximo entre un 45% y un 60% de rebaja respecto a sus tarifas normales. Por lo que respecta a las penalizaciones, nos podemos encontrar con disminuciones porcentuales sobre la bonificación que nos venían aplicando; pero casi nunca habrá recargos sobre el precio base ya que el cliente no los aceptaría y se marcharía a la competencia.
Aunque cada empresa tiene su propia política comercial, un ejemplo típico sería el de un cliente de 45 años, con 20 años de carné, y que nunca ha sufrido un accidente. Hasta ahora, su bonificación había sido del 40%, pero en el último año ha notificado tres partes con culpa por golpes que ha dado a otros vehículos. En ese caso, lo más probable es que la compañía le reduzca esa bonificación del 40% a una cantidad bastante más baja. Incluso, en caso de siniestros graves y costosos para la aseguradora, puede ser que a la hora de renovar la póliza se lleve la sorpresa de que ya no le quieran tener como cliente. Su historial ha empeorado mucho y ya no le consideran rentable.
¿Cuál es la bonificación de partida?
Lo normal es que un nuevo cliente que nunca ha figurado en una póliza como conductor habitual empiece desde cero. Eso quiere decir que ni se le aplican bonificaciones ni penalizaciones. No hay una norma básica que nos indique cuánto tiempo tiene que transcurrir sin partes para generar nuevas bonificaciones. Depende de los usos de cada compañía. Hay algunas que cada año van dando un poco de descuento, frente a otras que hasta que no pasan diez, quince o veinte años no conceden ningún beneficio.
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Como último consejo, yo te recomendaría que a la hora de comparar los precios de varias aseguradoras, informes con exactitud a los comerciales que te atiendan de tu número de póliza, de tu DNI, de tu fecha de nacimiento y de la matrícula del vehículo actual. De tal forma que dispongan de los suficientes datos para recurrir al SINCO y tarificar correctamente. Pero no deberías centrarte solo en las compañías que mayor porcentaje de descuento te ofrezcan. Lo mejor es comparar las coberturas y los precios finales, ya que puede ser que una determinada empresa te ofrezca un producto con mayores bonificaciones pero el precio final resulte más elevado (si sus tarifas base son más altas) o te proporcione peores coberturas.