El verano ya hace tiempo que nos abandonó. Atrás han quedado las largas noches hasta las tantas con los amigos o pareja en las terrazas, las horas tostándote al sol en la playa, la canción de Enrique Iglesias que escuchabas por todos los sitios, las chicas enseñando palmito, y los chicos el fruto de las horas de gimnasio. Los anuncios de la vuelta al cole y de maquetas coleccionables en 100 entregas nos han vuelto a la monotonía y la cruda realidad.
Vuelven el frio, las lluvias y el tiempo desapacible. Para ello hemos tenido que rescatar del fondo de nuestro armario y prepararnos para las inclemencias hasta la próxima primavera. Pero, ¿hemos hecho lo mismo con nuestro vehículo? Lo creas o no, el tener nuestro coche preparado para los próximos meses puede ahorrarnos más de un disgusto; es más, debemos estar incluso mentalizados en cambiar aquellos hábitos que inconscientemente hemos podido adquirir al volante debido al buen tiempo que impera durante la estación veraniega. De modo que si no quieres que el otoño te pille sin paraguas a la hora de conducir, toma nota de los siguientes consejos que te vamos a dar.
Lo que no debes pasar por alto en tu vehículo
Lógicamente, el tener nuestro coche en un óptimo estado de mantenimiento y conservación es fundamental, independientemente de la estación meteorológica en la que nos encontremos. Sin embargo, el otoño tiene algunas particularidades que pueden afectar al buen funcionamiento del coche, y ciertos elementos sufren más desgaste, por lo que es bueno revisarlas de forma más asidua para confirmar que afrontamos esta época del año con un coche en perfecto estado de funcionamiento.
Inspección de los neumáticos
Seguramente que habrás leído en multitud de webs del motor que lo ideal para viajar siempre seguros es tener dos juegos de neumáticos para todo el año: unos para los meses más secos y calurosos y otros más aptos para la época de lluvias. Sin embargo, vamos a intentar ser realistas. Normalmente la mayoría de los conductores no hace eso; bien por asunto económico, bien porque no tienen donde guardar el otro juego de neumáticos, bien porque existen zonas en nuestra geografía donde las lluvias no están a la orden del día.
Por eso, si no podemos tener dos juegos, es más que recomendable revisar los neumáticos cuando empieza el otoño y, más aún, si durante las vacaciones de verano no hemos movido el coche. El motivo, es que durante el verano, los neumáticos están más expuestos a las altas temperaturas tanto del ambiente como del asfalto, la cual puede provocar pequeñas grietas y afectar al agarre de las gomas. Además, a la hora de realizar las mediciones de presión es más complicado obtener una lectura fiable debido a los efectos que el calor provoca a la densidad del aire de nuestro neumático, por lo que es más fácil que nuestras ruedas se desgasten más por una parte del neumático que por otra.
Se puede decir que el verano es la estación que más acorta la vida de los neumáticos, por eso, revisa bien su estado, comprueba que no tenga grietas, que el dibujo sea profundo y que no presente zonas con más desgaste que el resto del conjunto.
Revisión y limpieza del filtro de aire
Aunque haga poco tiempo que hayamos cambiado el filtro de aire de nuestro vehículo, siempre es aconsejable echarle un vistazo después de la época estival. El motivo es que debido a las escasas lluvias, vulgarmente podemos decir que el ambiente está más sucio, de modo que el aire suele estar más cargado de partículas contaminantes, polución y otros elementos que brotan en suspensión.
Todo ello acaba en nuestro filtro de aire, de modo que si queremos que el rendimiento y los consumos de nuestro vehículo no se vean alterados para peor, es aconsejable limpiar el filtro de aire. Lo mejor es que resulta ser una operación sencilla que podemos realizar nosotros mismos en pocos minutos y con un coste cero.
Comprobar las escobillas
Parecerá una estupidez, pero es evidente que las escobillas de nuestro coche deben estar en perfecto estado si queremos garantizarnos una correcta visibilidad si conducimos bajo la lluvia. Pues bien, parece ser que en verano nos olvidamos de ellas, hasta que nos acordamos cuando nos vemos sorprendidos por la lluvia y nuestras escobillas dejan el cristal del coche peor de lo que lo haría la lengua de un perro.
Y tampoco debemos olvidarnos del sistema de limpiaparabrisas. Si lo tenemos vacío puedes rellenarlo con agua destilada y limpiacristales si no tienes un producto específico para ello.
Revisar las luces
Otro de los factores que paulatinamente vamos notando con la llegada del otoño es la reducción del número de horas de luz diurna. Es decir, cada vez anochece antes, y con el cambio de hora que siempre se realiza el último fin de semana de octubre este fenómeno se anticipa más. Pero eso no es todo, ya que la niebla y las lluvias son más frecuentes.
Por eso, ver y ser visto es un elemento fundamental a la hora de nuestra seguridad. Yo no entiendo cómo es posible que siendo tantos los conductores que circulamos haya todavía tanto amigo de la oscuridad que no enciendan las luces con condiciones climatológicas adversas o hasta bien entrada la noche. Así que nunca viene mal echar un rápido vistazo a los faros y demás indicadores luminosos de nuestro vehículo; nosotros lo agradeceremos, y los demás conductores también.
Qué es lo que debes hacer a la hora de conducir
El principal vicio que heredamos del verano a la hora de conducir es que normalmente esta actividad se realiza en unas condiciones notablemente óptimas. Por lo general, siempre disponemos de buena visibilidad, salvo cuando nos da el sol de cara, de modo que es natural que siempre vayamos un poco más rápido de lo habitual. Sin embargo, en otoño e invierno la cosa cambia radicalmente; un día podemos circular con sol y al día siguiente hacerlo bajo una lluvia intensa o una niebla espesa.
Por eso, mantener este mismo hábito de conducción bajo esas condiciones es algo digno de un piloto kamikaze japonés, y desgraciadamente la cosa no es tan sencilla como circular sólo más despacio. Así que te recomendamos que prestes atención a los siguientes consejos cuando conduzcas con condiciones adversas.
Conducción con niebla
Siempre he dicho que conducir con niebla es como si lo hiciera con una miopía de órdago y no me pusiera las gafas. Nuestra visión se ve reducida o incluso anulada de forma notable, por lo que los riesgos de sufrir un accidente se incrementan considerablemente.
Por eso, cuando circules con niebla nunca olvides encender las luces de cruce y el alumbrado antiniebla trasero y delantero en el caso de que tu coche las tenga. ¡Jamás se te ocurra encender las luces de largo alcance! porque la misma niebla produce un efecto espejo que te puede deslumbrar.
Intenta adaptar también tu velocidad a la densidad de la niebla para que puedas reaccionar a tiempo ante cualquier imprevisto en el asfalto, y un truco sencillo es el de contar en voz alta 1.101 y 1.102. Para ello, fija tu mirada hasta donde la niebla te deja ver y toma un punto de referencia (como una señal, o un árbol), y si has cruzado dicho punto antes de que te haya dado tiempo a contar ambas cifras, significará que vas demasiado rápido.
Conducción con lluvia
Al igual que ocurre con la niebla, el primer factor en el que influye la lluvia cuando conducimos es en la visibilidad, por lo que también debemos encender las luces de cruce para ser vistos mejor. Además, el vaho puede hacer acto de presencia en el interior, por lo que yo recomiendo encender inmediatamente la luneta térmica, y tener siempre a mano algún tipo de gamuza o pañuelo para estar prevenidos en el caso de que este dispositivo se averíe o no funcione de forma eficiente.
Cuando estemos conduciendo debemos grabarnos a fuego una palabra para evitar llevarnos un susto: suavidad. No olvidemos que circulamos sobre una superficie que puede provocar algún tipo de patinaje o pérdida de adherencia, y más con las primeras lluvias después del verano. Para evitarlo, toma nota de las siguientes recomendaciones:
Cuando tengas que frenar no lo hagas bruscamente, así evitarás el terrible efecto aquaplaning. Además, hay que tener en cuenta que la distancia de frenado es mayor, por lo que hay que incrementar nuestra concentración para poder prevenir una situación en la que tengamos que frenar. Aumentar la distancia de seguridad es vital en este tipo de situaciones.
Si te encuentras con un gran charco, crúzalo con la marcha más corta que te sea posible, y si es factible, con las 4 ruedas de tu vehículo.
Sigue la huella del coche que circula delante de ti, ya que las ruedas secan la calzada y, por lo tanto, la marca que haya dejado el coche que te precede estará más seca que el resto de la carretera.
No uses nunca el control de velocidad, ya que en un primer lugar puede que te relajes demasiado y tengas los pies alejados de los pedales ante un imprevisto, y además, en caso de aquaplaning podrías encontrarte con el sistema tratando de acelerar, lo cual no es nada aconsejable.
Y como hemos dicho anteriormente, la clave está en la suavidad: se suave con el volante, la aceleración y el frenado.
Las dichosas hojitas de los árboles
Por muy insignificantes que parezcan, las hojas de los árboles sobre el asfalto también pueden producir situaciones complicadas, y más si están mojadas y su cantidad es considerable, ya que también podemos sufrir el mencionado aquaplaning. De modo que cuando te encuentres con alguna zona bastante saturada de hojas, reduce la velocidad y atraviésalas con cuidado.
Otro consejo es que al final de cada trayecto limpies las hojas secas que hayan caído sobre el coche para que no se acumulen y atasquen los conductos.
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Espero que estos sencillos consejos y trucos te hayan servido para conocer mejor los peligros e inconvenientes que acarrea conducir con la condiciones climatológicas propias de esta estación así como la mejor forma de tener nuestro vehículo preparado para ello. Y como siempre, pedirte precaución en la carretera, y que disfrutes conduciendo.
Yo siempre procuro llevar el coche al día de todo, y que el día menos pensado no me quede vendido.
De hecho, hace unas semanas cayó una tormenta brutal en Cartagena, y me pilló conduciendo. Di gracias al cielo a haber cambiado las escobillas la semana anterior, que las llevaba hechas polvo del verano.
Pues cuando me saqué el permiso de conducir me pilló de novato. Tras el verano me sorprendió una buena tromba de agua, y tenía las escobillas tan gastadas que era peor accionarlas que ignorarlas. Tuve que pararme en una gasolinera y esperar a que escampara porque conducir así era de locos. Evidentemente, ya no me ha vuelto a pasar y actúo preventivamente. En fin, supongo que eso de actuar en consecuencia de es algo muy español.
[…] eso, al igual que hicimos con la llegada del otoño, desde Freno Motor queremos darte unos sencillos consejos para que, tanto tú como tu vehículo, […]