Por mucho que algunos se quieran negar, en esta vida hay cosas que acaban llegando tarde o temprano. Una de ellas es sacarse el permiso de conducir, aunque para ello es obligatorio pasar el trámite de la autoescuela y sus exámenes pertinentes. En teoría, aquí es donde nos enseñan cómo se conduce un coche y el respetuoso código de circulación, o lo que es lo mismo, a ser un buen conductor
Sin embargo, cuando tenemos el apreciado carnet en nuestro poder, subconscientemente este código de circulación que hemos aprendido en la autoescuela se va borrando paulatinamente de nuestro cerebro por otro “código de circulación” que no podrás aprender en ningún libro de texto. Es un código no escrito, que se va conociendo a base de tiempo y de kilómetros al volante. Que se aprende a base de palos, sufriendo momentos que pueden llegar a estresar, y que te irán convirtiendo de víctima a verdugo si quieres sobrevivir en este micromundo de asfalto en el que sólo los mejor adaptados sobreviven.
Pues bien, en las siguientes líneas podrás descubrir lo que seguramente has hecho o sufrido alguna vez, pero que hasta ahora nadie se a atrevido a escribir por vergüenza o tabú. Es el “código de circulación de la calle”; el que no está escrito pero todo el mundo conoce y practica.
Buenos gestos
En la carretera no existe la educación o buenos gestos con otros conductores. Nunca esperes a que alguien te diga “pase usted primero” o que tengas que agradecer que te hayan dejado incorporarte, porque estarás creyendo en una quimera. Por contra, los saludos más frecuentes suelen hacerse levantando el dedo corazón de manera violenta acompañado de un gran pitido del cláxon. Si por el contrario, no eres de los que saludan con gestos, las frases “me cago en tu p… madre” o “vete a tomar por c… ”, suelen ser básicas en el vocabulario cotidiano de todo conductor.
Incorporaciones
El carril que ocupas con tu coche es sagrado, y todo vehículo ajeno que pretenda incorporarse a él es un intruso que quiere conquistar tu territorio. Así que si ves que un conductor que circula en otro carril enciende su intermitente para cambiarse al tuyo, jamás le dejes entrar, o por lo menos pónselo difícil acelerando todo lo que puedas y manteniéndote próximo a él. Es más que probable que el conductor del otro coche se queje, pero ya sabes cómo puedes saludarle cortésmente –ver párrafo anterior–.
Intermitentes
Si no quieres ser víctima de lo explicado en el anterior párrafo, olvídate de usar los intermitentes cuando vayas a cambiar de carril. Lo mejor es hacerlo de forma sutil y disimulada. Para ello, observa al conductor que viene por el carril al que pretendes pasarte, y ante su menor descuido no dudes en invadirlo de forma brusca. Además, por el tema del espacio no tienes que preocuparte en absoluto; un par de centímetros entre coche y coche será más que suficiente.
Semáforos
Que te quede bien clarito que el verdadero significado de los colores de un semáforo para nada tiene algo que ver con lo que has aprendido en la autoescuela. Así que presta mucha atención y memoriza lo indicado a continuación:
Luz amarilla: acelera tu vehículo tanto como te sea posible.
Luz roja: desde que se enciende, permite pasar a 5 o 6 coches más.
Luz verde: pasa todo lo rápido que puedas para que el siguiente semáforo no te pille en rojo.
Y nunca olvides que si transcurre más de medio segundo desde que el semáforo se ha puesto en verde, y el vehículo que te precede no ha reiniciado la marcha, es obligatorio tocar el claxon.
Rotondas
Coger una rotonda no es tan complicado como el código de circulación quiere hacerte creer. Es más, lo mejor que puedes hacer es no preocuparte por ello, porque la única ley que impera dentro de sus fronteras es el de la Anarquía absoluta. Así que recuerda siempre que puedes tomarla como te apetezca; y cuanto más rápido mejor, ya que suele ser un sitio ideal para adelantar a los novatos, abueletes y otros pisa huevos del asfalto.
Sistemas de iluminación
Aunque el código de circulación aconseje llevar las luces siempre encendidas, no hay que olvidar que estamos en época de crisis, y que con las luces nuestro vehículo gastará más gasolina y batería. Por eso, nunca enciendas los faros hasta que no sea totalmente de noche, y más si circulas por ciudad, porque las farolas pueden hacer el trabajo por ti. Evidentemente tampoco hacen falta aunque la climatología no sea la más adecuada, como en los casos de lluvia o niebla, porque está claro que si algún conductor se queja de que no eres visible, esa persona tiene que ir al oftalmólogo con urgencia. Además, si tienes un vehículo que incorpore las luces diurnas de serie, tiene más a tu favor.
Peatones
Lo peatones no son más que un estorbo cuando cruzan la carretera, así que en esos momentos es hora de demostrar quien manda, y por mucho que se empeñen, esas rayas que van de un lado a otro de la carretera solo sirven para decorar el triste color del asfalto. Nunca olvides que la velocidad está de tu parte.
Motos y bicicletas
Las bicicletas, motocicletas y otro tipo de vehículos de dos ruedas son tan enemigos, o más, que los peatones. Son como las moscas cuando estás disfrutando de la barbacoa; están por todas partes y tienen a su favor la agilidad, por lo que es normal verlos aprovechando los pequeños espacios entre coche y coche para ganarte la partida. No olvides pues que a tu favor está la artillería pesada, así que no vaciles a la hora de intimidar con tu coche con un movimiento grácil y sutil para que no se te vea el plumero.
Aparcamientos
Entre que los coches son cada vez más grandes, las zonas azules, rojas, verdes, o los gorrillas, encontrar aparcamiento hoy en día es una tarea que ni el mismo Hércules sería capaz de realizar. Tranquilo, tampoco hay que preocuparse. Afortunadamente la doble fila es algo tan común en nuestra sociedad como que un político sea corrupto, y si te paras a analizar, las posibilidades de que un municipal te multe por aparcar en zona prohibida son mínimas. Así que vale la pena arriesgarse, porque el dinero de una posible multa no llegará a la cantidad que te ahorras por no aparcar cada día en zonas de pago o el impuesto revolucionario de un gorrilla.
Atascos
Desafortunadamente, todavía no hemos encontrado la fórmula para librarnos de los terribles atascos, pero nadie ha dicho que no podamos realizar tareas entretenidas y fructíferas cuando estemos inmersos en uno. Tómalo como un poco de tiempo libre que te han regalado, y aprovecha para hacer tareas lucrativas como:
Retocar tu maquillaje –típico de conductoras–.
Buscar objetos semisólidos en tus fosas nasales y pabellones auditivos –típico de conductores–.
Tocar el claxon rítmicamente.
Jugar a ver lo cerca que puedes detenerte del parachoques del vehículo que te precede sin tocarle y después batir tu marca.
Aprovechar para dar el coñazo a tus amigos a través del WhatsApp.
Amenizar el atasco bajando la ventanilla del coche y compartiendo con los demás tu último CD de Camela a todo volumen.
En conclusión, espero que te haya podido resolver las dudas que tuvieras para poder circular con total normalidad por nuestras carreteras. Y ahora que por fin puedes disponer por escrito del verdadero código de circulación que impera en la calle, me gustaría lanzar una reflexión. ¿Has pensado que pasaría si, al menos durante un solo día, nadie lo pusiera en práctica?
Un artículo divertidísimo, Álvaro. Siempre me ha llamado especialmente la atención el cortocircuito cerebral que sufren determinados conductores metidos en un atasco. Me refiero a esos que se creen que las normas solo son para los demás y que ellos son seres superdotados para la conducción. Cuando la retención es fuerte, en lugar de esperar en su carril a que el resto de los coches reanuden la marcha, optan por salirse al arcén y avanzar con su vehículo riéndose del resto.
[…] Sobre la educación vial prefiero no dejarme engañar. Es evidente que se puede revisar el actual sistema para obtener el carnet de conducir por otro sistema en el que te enseñen más a conducir que a circular por tu ciudad, para después no tener que enfrentarte solo y sin apenas experiencia al tráfico urbano como si fueras una simple cría de gacela en una selva en donde todo lo que has aprendido no sirve para nada porque impera el código de circulación de la calle. […]