A la hora de sopesar la decisión de adquirir un coche, uno de los puntos fundamentales antes de acudir a un concesionario debe ser si te decantarás por un motor diésel o uno gasolina. Sobre este tema hemos hablado largo y tendido en Freno Motor. Pero a la hora de derribar mitos, todavía nos queda uno que sigue siendo muy extendido y que puede contribuir a que tomes una decisión correcta. Porque a la hora de decantarte por una u otra motorización, son muchos los que opinan que los automóviles de gasolina son más caros de mantener que los diésel. ¿Es eso cierto?
Para hablar de los costes de mantenimiento de un vehículo debemos centrarnos en tres aspectos. Por una parte hay que tener en cuenta las revisiones periódicas que permiten que nuestro coche continúe funcionando como el primer día. Además de eso, también hay que valorar los gastos que suponen las reparaciones cuando la avería aparece. Y por último, voy a tratar tangencialmente los costes del seguro, ya que la motorización también está relacionada con el precio del mismo.
Revisiones e inspecciones periódicas
Aunque a mucha gente se le olvide, todos los vehículos necesitan ser revisados cada vez que se cumplen un determinado tiempo o rodaje para que funcionen correctamente. Son operaciones rutinarias en función del kilometraje y del tipo de motor de cada vehículo. Cuando llega el momento de la revisión, el taller comprueba una serie de ajustes y en determinadas ocasiones realiza sustituciones de piezas y líquidos.
Las tareas más habituales que se suelen realizar en un automóvil, independientemente de su motorización, son las de sustitución del aceite lubricante, del líquido de frenos, de los filtros de aire, combustible y polen, así como las pastillas de freno o los neumáticos. Junto a eso, de vez en cuando también hay que cambiar la correa de la distribución, la batería o la amortiguación. Cualquier elemento que sea susceptible de desgastarse tiene que ser revisado con cierta periodicidad en estas inspecciones programadas en función del tiempo o del kilometraje.
En los propulsores de gasolina también hay que sustituir de vez en cuando las bujías y el cable de las mismas, algo que no es necesario en los diésel. Sin embargo, eso no significa que el coste de mantenimiento sea más elevado, ya que los vehículos de gasoil necesitan un mantenimiento más frecuente que los de gasolina. Mientras que los últimos suelen revisarse cada 15.000 kilómetros, todavía hay muchos fabricantes que prescriben para los motores diésel unas inspecciones programadas cada 10.000 kilómetros. Si a eso le sumamos que, contando con la mayor complejidad de un diésel, el coste de la mano de obra y de los recambios puede llegar a ser más elevado que en un gasolina –como ha señalado Acierto.com en un reciente estudio–, se llega a la conclusión de que a lo largo de la vida útil de un coche el propietario de uno de gasoil habrá gastado 330 euros más que el de uno de gasolina.
Coste de las reparaciones
Tarde o temprano, por muy bueno que el automóvil sea, terminará estropeándose. Conforme los fabricantes profundizan más en comportamientos tan contraproducentes para el consumidor como la obsolescencia programada, las averías cada vez se producirán con mayor frecuencia, ya que el negocio de las marcas aumenta si los clientes cambian de coche cada cuatro o cinco años, y no cada diez o quince.
También es cierto que, a mayor complejidad técnica, más susceptible es un vehículo de romperse. Y eso hace que el mito que aseguraba que los motores diésel eran más fiables ha pasado desde hace tiempo a mejor vida. Con la aparición de piezas como los turbos, los intercoolers, las válvulas EGR, los catalizadores, los depósitos de urea o los filtros de partículas, los motores diésel se han vuelto mecanismos verdaderamente complejos, que fallan mucho más de lo que era habitual hace tiempo.
Ya hemos explicado en varias ocasiones que los que más problemas pueden tener son aquellos conductores de un diésel que realizan pocos kilómetros al año y muchos de ellos en ciudad. En ese caso, al no circular a altas revoluciones durante períodos prolongados, no se consigue quemar correctamente el combustible y todas las impurezas se van sedimentando en los sistemas antipolución. Y ya sabemos que este tipo de averías no son baratas. Por el contrario, los motores de gasolina carecen de esos elementos, con lo que si al final te decides por uno de esos modelos puedes quedarte tranquilo porque ese tipo de averías tan corrientes en los vehículos diésel no se producirán en tu automóvil.
Los precios de los seguros
Las compañías de seguros toman el valor del coche asegurado como principal factor a la hora de tarificar la póliza. Así que, si al adquirirlo tu pagas más dinero, el sobreprecio también se verá repercutido en la tarifa anual de tu seguro. Acierto.com ha calculado que el coste de la póliza puede subir de media un 13,6% en un vehículo diésel, lo que a lo largo de la vida útil del automóvil –estimada en 11 años– supondría un sobrecoste de 624 euros más en este tipo de motorizaciones.
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Como conclusión, tras analizar los gastos por revisiones periódicas, la posibilidad de que surjan averías y los gastos derivados del seguro, se comprueba que los coches de gasoil son mucho más caros de mantener que los de gasolina. Por tanto, otro mito queda desmontado.
Moraleja: GASOLINA y no te compliques la vida.