Una de las leyendas urbanas más famosas es esa que indica que el precio del seguro puede variar en función del color del coche. Los que consideran que esta aseveración es cierta argumentan que no todos los vehículos son igual de visibles en la carretera y que el color determina la mejor o peor visibilidad de uno en concreto, con lo que podría tener una cierta influencia en la posibilidad de sufrir un accidente.
Sí que es cierto que hay determinados colores de la carrocería que pueden confundirse o camuflarse con el tono del asfalto. Sin embargo esto es algo que hoy en día no es tan determinante, ya que casi todos los modelos equipan de serie luces de marcha diurna para que seamos completamente visibles.
¿Cuál es el origen de este mito?
Antiguamente existían muy pocas variedades de colores. Hasta que no se generalizaron las pinturas metalizadas, las opciones de elegir color eran bastante escasas y se consideraban como elementos de serie. Pero cuando las pinturas metalizadas y efecto perla comenzaron a estandarizarse, los fabricantes se acostumbraron a cobrar una cantidad de dinero adicional si el cliente elegía su automóvil en un color que no fuese blanco, rojo o negro. Estos colores suelen ser los únicos que vienen de serie y que no incrementan el precio base del vehículo.
Como en el seguro hay que declarar todos los equipamientos opcionales, también hay que informar a la compañía del color que se ha elegido y de si este es considerado como un extra o no. En el caso de que sea un elemento opcional, habrá que declarar el valor de la pintura. Y al final es posible que la póliza sufra un ligero incremento de precio respecto al precio con pintura mate. Al tener un valor más alto el coche asegurado, es lógico que la póliza también aumente de precio. Pero ese incremento es tan bajo que en muchas ocasiones prácticamente ni se nota.
La siniestralidad en función de los colores
A nivel estadístico hay unos colores de carrocería que sufren más accidentes que otros. Pero la explicación no se sustenta en la peligrosidad de un color, sino en el índice de riesgo de un perfil concreto de conductor. Las compañías aseguradoras han comprobado que los jóvenes con poca experiencia son los que presentan las mayores tasas de siniestralidad. Y si a esa realidad le unimos que los colores que más eligen los jóvenes para sus vehículos son el color negro y el rojo, se podría inferir erróneamente que esas dos pinturas son las más peligrosas.
Las aseguradoras analizan los riesgos con una mayor profesionalidad. Mientras los automóviles sean conducidos por personas (y no por máquinas), tan solo tendrán en cuenta los factores que realmente pueden incidir en una mayor siniestralidad: edad del conductor, experiencia al volante, historial de accidentes,…
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Si después de leer este artículo aún sigues teniendo dudas, te recomiendo que visites cualquier configurador on line o uno de los muchos comparadores existentes en Internet y verás que en ninguno de ellos te preguntan en ningún momento cuál es el color de tu coche.