Seguramente recuerdas perfectamente la multitud de campañas de la DGT encaminadas a recordarnos los peligros de los excesos de velocidad en la carretera. Algunos serán recordados por su impacto visual más que otros, pero siempre he pensado que todos pecan de ser algo ambiguos en sus mensajes. Llámame torpe, pero nunca he entendido eso de que si te estrellas a “X” km/h es como si impactara contra tu cuerpo una masa de “X” kilográmos.
Y después tenemos las pruebas de EuroNCAP y sus estrellas, las cuales otorgan según el nivel de protección que un vehículo ofrece a sus pasajeros, pero que paradójicamente ya no son tan fáciles de conseguir como antes, así que un coche antiguo puede ser menos seguro que otro más moderno a pesar de tener más estrellas.
De modo que como la mayoría no somos físicos, me he propuesto suplantar a la DGT y a la EuroNCAP en este sentido y trataré de mandar un mensaje más clarito sobre las consecuencias que puede acarrear tener un accidente de tráfico en función de la velocidad a la que se produzca. Porque los torpes también tenemos derecho a estar informados.
Accidente entre 0 y 20 Km/h
Sales de tu coche maldiciendo y acordándote de todo el árbol genealógico de la persona que te ha golpeado mientras vas a comprobar rápidamente los desperfectos de tu coche. Tras percatarte de que el otro conductor es físicamente más enclenque que tú, te envalentonas para partirle la cara hasta que te das cuenta de que no sabes si el accidente ha sido culpa tuya o no. Finalmente reina la cordura y rellenáis el parte de accidente amistoso porque ninguno de los dos quiere líos con la policía.
Accidente entre 20 y 40 km/h
Sales de tu vehículo mientras te examinas para comprobar si tienes algún moratón o herida. Miras los desperfectos del coche mientras te llevas las manos a la cabeza, recuerdas que tienes seguro a terceros, y rezas para que la culpa no sea tuya hasta que finalmente te preocupas por el estado del otro conductor. Llega una ambulancia para que te ponga un collarín, también una patrulla de la policía local, y acabáis rellenando el parte de accidente.
Accidente entre 40 y 60 km/h
Si sales del coche aturdido, con algunos cortes provocados por la rotura de los cristales y te sientas en el bordillo para que se te pase el aturdimiento, ya puedes considerarte afortunado. En caso contrario lo normal es que te hayas roto algún hueso y que tengas problemas cervicales durante una larga etapa de tu vida.
Accidente entre 60 y 80 km/h
Sufres multitud de fracturas en zonas delicadas como costillas, brazos y piernas. Tendrás suerte si no sufres ningún tipo de traumatismo craneoencefálico o pérdida de alguna extremidad que haga que tengas que usar bastón o silla de ruedas durante el resto de tu vida.
Accidente entre 80 y 100 km/h
Grandes posibilidades de irte directamente al otro barrio o de que se precise UVI móvil y reanimación cardiopulmonar. Si sales de una como ésta todo tu ateísmo se viene abajo por completo y comienzas a ir a misa los domingos, colaborar con Cáritas, decorar tu coche con pegatinas de imágenes religiosas y marcar la X en la casilla en favor de la Iglesia cuando haces la declaración de la Renta.
Accidente entre 100 y 120 km/h
Muerto, salvo que coincida con un segundo advenimiento de Jesucristo en el que reparta milagros a mansalva, o salvo que te apellides Ortega Cano.
Accidente entre 120 y 150 km/h
Muerto, pero al menos te irás al otro barrio con la seguridad de que tu accidente saldrá en las noticias de la tarde y quién sabe, puede que tu caso sirva para despertar la conciencia de alguien que siempre corre más de la cuenta para que la próxima vez sea más prudente en la carretera. A lo mejor tu muerte ha salvado una vida.
Accidente entre 150 y 180 km/h
Muerto, sales en las noticias de la tarde, de la noche, de la mañana del día siguiente y además ya eres digno de salir también en internet. Además, las fotos de tu accidente sirve a los frikis del motor como pregunta de concurso para averiguar qué coche eras el que conducías.
Accidente entre 180 y 200 km/h
Muerto y más que muerto. Al menos, lo que queda de tu cuerpo es donado a las distintas universidades que llevan a cabo estudios para descubrir en qué región desconocida del cerebro nace la estupidez humana.
Accidente entre 200 y 250 km/h
Súper muerto, y para colmo decenas de operarios de mantenimiento de carreteras tienen que trabajar a destajo para limpiar el asfalto no sólo de restos de tu coche, sino lo que es peor, de restos de lo que queda de ti.
Accidente a más de 250 km/h
Muerto para esta vida y para las tres próximas reencarnaciones. No quedan de ti ni las células madre y tu familia llorará a una tumba vacía. Al menos, servirás como ejemplo a todos los amantes del motor que defienden que todos aquellos que quieran comprarse un súper deportivo tienen que aprobar previamente un duro examen psicológico, otro psicotécnico y otro de madurez intelectual.
Un gran artículo, Álvaro. Y veo que sigues en tu cruzada en favor de la educación vial. A ver si te hacen caso y en el futuro los automovilistas españoles dejan atrás sus costumbres tercermundistas.
Me a gustado mucho. Con humor y bien explicado! 🙂
Saludos!
Mejor explicado imposible!! Gran artículo ^_^
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