Recuerdo con mucha nostalgia el buen consejo que nos dio un profesor que tuve en el colegio a toda la clase y que se me ha quedado grabado en el cerebro. Decía que todos éramos tontos, pero que podíamos clasificarnos en tres tipologías diferentes: los que no lo saben, los que lo saben y por eso tratan siempre de aprender, y por último los peores de todos, lo tontos que se creen más inteligentes que los demás.
Siempre decía que evitáramos ser como éstos últimos, porque no había nada peor que hacerte el listo haciendo una tontería y después quedar en ridículo, algo que nos pasaría muy a menudo de seguir con dicha actitud. Pero por desgracia, en una sociedad en la que valoramos más lo llena que se tiene la cartera que lo lleno que se tiene el cerebro, pocas personas conozco que apliquen tal enseñanza.
Odio decirlo, pero el coche es un invento que no ha ayudado mucho en este aspecto, sino más bien todo lo contrario. Además, no debemos ser hipócritas, porque seguro que a todos nos gustaría conducir un vehículo que llamara la atención de los viandantes y que los niños señalen con el dedo al vernos pasar.
Y me parece estupendo que presumas de vehículo, aunque debes tener en cuenta de que si cruzas la línea de la presunción para adentrarte en el terreno de la chulería, la jugada puede salirte cara, tal y como le ocurre al protagonista del siguiente vídeo.
Desgraciadamente, no es la primera vez que contemplamos un accidente a causa de sacar demasiado jugo a la potencia de un vehículo por las calles de una ciudad, pero tengo que admitir que ninguno ha sido tan surrealista como el que acabáis de contemplar. Al menos, en esta ocasión parece que nadie ha salido herido.
A parte de que el conductor del “Muscle Car” haya quedado en ridículo, y de las exageradas y molestas risas de quienes grabaron el vídeo, sólo encuentro dos explicaciones posibles para que se haya podido salir de una forma tan descarada todo el eje trasero del coche:
La primera es que el coche haya podido sufrir un golpe o desperfecto en dicha zona que, bien su dueño ha ignorado reparar, o bien ha sido reparado de una forma bastante defectuosa, como ha podido observarse.
Y la otra posibilidad recae sobre el hecho de que se haya podido modificar tanto la potencia de nuestro protagonista, que el eje trasero no haya sido capaz de aguantar la aceleración, cosa de la que tengo dudas, ya que el eje empieza a descolgarse de su lugar cuando el conductor comienza a frenar para no estrellarse con el vehículo que le precede, y no en la aceleración.
De todas formas este vídeo nos deja, a parte de unas risas y asombro entre quienes lo hemos visto, una moraleja bastante interesante: está bien que presumas, pero no trates de ir más allá, porque de parecer guay a quedar como un tonto hay una línea muy fina.