En los días que corren, el interés por conservar en medio ambiente y afectar negativamente lo más mínimo es medida obligada. Fábricas con energía renovable, motores eléctricos e híbridos y mecánicas convencionales con un consumo mínimo homologado muy bajo son norma actual en el mercado, aunque en este último caso os recomiendo que leáis el reportaje de mi compañero Ricardo sobre el tema de si son reales las cifras de consumo de los fabricantes.
¿Pero que ocurre con un coche al final de su vida útil? Pues fácil, se recicla. Actualmente el 87 % de los vehículos es reciclable y si tenemos en cuenta temas como la reutilización de componentes y piezas en repuestos, estamos hablando de casi un 90% reciclable, un 95% en 2015. Se consigue un impacto medioambiental realmente insignificante.
Si es cierto que algunas partes son altamente contaminantes como las baterías o los líquidos de frenos y aceites, pero todo tiene un proceso para que repercuta lo mínimo posible en el medioambiente. Ese proceso se lleva a cabo primero en los desguaces y posteriormente, en plantas de reciclado.
El proceso que se lleva a cabo en los desguaces lo conocemos casi todos. Se extraen todos los materiales que contienen materias peligrosas como baterías, restos de aceite, combustible o liquido de frenos y se almacenan en contenedores adecuados a las características de cada material para su posterior transporte a las plantas de tratamiento específicas y los elementos susceptibles de poder ser utilizados en la reparación de otros vehículos se verifican, catalogan y almacenan adecuadamente dentro del propio desguace para evitar su deterioro y facilitar su localización. Concluidos estos procesos los restos, que son básicamente metálicos, se compactan mediante prensado para su posterior fragmentación y fundición.
Estos cubos en los que terminan todos los coches de desguace, pasan a la planta de fragmentación. Dicha planta está compuesta principalmente por una cizalla de 2.000 toneladas y a continuación una fragmentadora de martillos que desmenuza el coche en trozos del tamaño de la palma de una mano. Estos trozos se recogen por cintas transportadoras y unos imanes muy potentes separan los materiales férricos de los no férricos, que van directamente al vertedero.
Tras este proceso, el coche se ha convertido en una serie de piezas metálicas que ocupan un 10% del volumen inicial del coche, siendo incluso menos en el caso de plásticos, gomas y vidrios. Posteriormente, los plásticos y gomas se envían a plantas de tratamiento de plásticos y los vidrios a sus plantas de tratamiento correspondientes donde pasaran a dar forma a diversos elementos de nueva factura para todo tipo de usos. El 10 o 12% restante de todos los coches que acaban en el desguace, se emplea para producir energía.
Según estudios, la energía necesaria para el reciclaje y fabricación de nuevos elementos es el 30% de la empleada para conseguir piezas partiendo de materia prime virgen y además, no es necesario acudir a las minas de extracción para obtener materiales, por lo que también son más baratos.
A continuación, dejo una lista de algunos elementos y que partes se reciclan y en que se emplean.
– Airbags. Se reutiliza en neopreno. – Cinturones de seguridad. Las fibras se emplean en materiales de aislamiento o base de alfombras. – Cristales, parabrisas, faros. Se emplean para la fabricación de botellas y fibras. – Líquidos. Una vez tratados, se pueden volver a usar como lubricantes o combustible. – Plásticos flexibles. Se emplean para generar energía en incineradoras o cementeras y una parte de ellos se usan como material de drenaje. – Plásticos de gran tamaño. Se reutilizan tras su tratamiento en la fabricación de nuevos componentes y elementos para diversa índole. – Baterías. El plomo se usa en la industria metalúrgica y el plástico para nuevas baterías. – Neumáticos. Se pueden volver a recauchutar, o bien se puede utilizar para cubrir suelos de instalaciones deportivas o de parques infantiles. También se usan para producir energía e incluso para los tejados de las casas.
Como se puede comprobar, si se gestiona adecuadamente un vehículo al final de su vida útil, el impacto medioambiental es extremadamente reducido. Si le sumamos lo mencionado al comienzo del texto sobre fabricas con energía renovable, motores híbridos y eléctricos, así como motores con cada día menor consumo, está claro que la industria del automóvil no es tan contaminante como aparenta.