No sabemos si fue parte de una apuesta o qué pero lo cierto es que el suceso ha ocurrido en alguna remota población de Rusia. Sí, ese país en el que puede ocurrir de todo y que nos enseñan cada día con las curiosas filmaciones que hacen las dash cam que hay instaladas en los coches.
El último ejemplo de las cosas tan bizarras que pueden llegar a ocurrir en el país que está situado a medio camino entre Europa y Asia llega en forma de vídeo. Estaba premeditado según lo que puede verse en la imágenes pero lo cierto es que muestra a la perfección qué es lo que ocurre si se tapona, con un trapo o cualquier otro utensilio, el tubo de escape.
Nunca tapones el tubo de escape, el motor te lo agradecerá
Tan solo se necesita un acelerón fuerte por parte de una persona que está sentada en el asiento del conductor, una marca que dice cuál es el lugar en el que se debe sentar el ‘acusado’ y la valentía de éste para aceptar un reto de estas características. Una vez alineado estos puntos, tan solo hay que llevarlos a cabo.
Este Alfa Romeo 159 Sportwagon es el modelo que se eligió para la prueba. Unas muescas con tiza realizadas en el suelo mostraban el lugar en el que se tenía que sentar la persona que sufriría la ira de la presión. Lo demás lo puedes ver tú con tus propios ojos. ¿No te parece increíble?
Tapar el tubo de escape es una muy mala idea ya que puede destrozar literalmente componentes del motor cuya reparación puede ascender a unos miles de euros. El ejemplo es claro, la persona que se sitúa detrás del tubo de escape cubre el orificio con un paño que parece no tener demasiada resistencia.
El conductor, al acelerar, produce un aumento demasiado drástico de la presión originada por los gases que no pueden escapar al exterior. Esto, a su vez, genera un incremento de partículas contaminantes que termina saliendo por el lugar que menor resistencia ejerce, en este caso, los brazos del protagonista.
¿Qué es lo que ocurre a continuación? El hollín que debía haber salido en plena aceleración de forma proporcionada sale ‘apelotonado’, formando una nube de gases y restos de partículas orgánicas que se quedan incrustadas a lo largo y ancho de su cabeza.
No sabemos a ciencia cierta si se trata de una apuesta pero lo que sí que es seguro es que no lo volverá a intentar jamás. Los restos del proceso de combustión no es algo que la inmensa mayoría de los mortales queramos tener esparcidos por la cara, ¿verdad?