Esta será, sin duda alguna, la noche del año en la que nos iremos a la cama con más ilusión. Dejaremos junto al árbol de navidad un vaso de leche con algunos mantecados, y no tendremos reparo alguno en acostarnos temprano deseando despertarnos pronto para ir comprobar si sus majestades, los Reyes Magos de Oriente, nos han traído todo lo que les hemos pedido en nuestra carta.
Quienes somos unos apasionados del mundo del motor siempre hemos pedido lo mismo; ese coche con el que tanto soñamos envuelto con un precioso lazo esperándonos en la puerta de nuestra casa. Y aunque con el paso de los años hayamos descubierto que los Reyes Magos no son tan magos como pensábamos en nuestra niñez, jamás hemos perdido dicha ilusión. ¿Pero es posible que los Reyes Magos se nieguen a traernos ese superdeportivo que tanto insistimos pensando en nuestro bien?
Hoy en día percibimos a esos coches dotados de una barbaridad de caballos como un coche tan fácil de conducir como cualquier utilitario, pero lo cierto es que a pesar de todos los avances y ayudas electrónicas a la conducción que han ido apareciendo en estos años, conducir un superdeportivo no es fácil, y hay que tener tanto conocimientos como experiencia al volante si no queremos acabar estampados a las primeras de cambio. Pues imagínate ahora disponer de toda esa potencia sin ningún tipo de ayuda; sin ESP, sin control de tracción, o con unos frenos que hoy en día dan risa. Son coches cuyo nombre es sinónimo de miedo, coches rodeados de un aura que te deja petrificado nada más sentirla, coches que ni siquiera los Reyes Magos quieren que conduzcas, por tu seguridad.
Ferrari F40
Existen leyendas urbanas que dicen que más de la mitad de las 1.315 unidades que se fabricaron del F40 ya se han estrellado, y en la mayoría de los casos sus conductores no salieron muy bien parados. Ignoro si será cierto, o no, pero no me extrañaría que lo fuera. Lo mires por donde lo mires, este coche te pone en tensión, y presientes que nunca deberías haberle dado la espalda.
Bajo, afilado y aterrador. En parado parece una moderna ballesta: cargada, tensa, equilibrada, amenazante y lista para disparar. Cuando ves su espartano interior pensado para que nada te distraiga, el F40 es un coche que te invita a que te lo pienses dos veces antes de arrancar su bestial motor V8 biturbo de 2.936 cc que rinde 478 cv. Toda esta potencia se transmite a las ruedas traseras para catapultarte de 0 a 100 km/h en 3,5 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 324 km/h.
Pero a parte de sus prestaciones envidiables, lo realmente fácil y peligroso de hacer con el Ferrari F40 es hacer que las ruedas traseras patinen con tanta intensidad que en un abrir y cerrar de ojos los neumáticos se desintegran. Pero al igual que el fuego se apaga con agua, con el F40 dejarse llevar por la impresión de una posible cruzada es mortal, porque si dejas de acelerar los turbos “se apagarán” y saldrás despedido haciendo trompos. Hay que sostenerlo mientras escuchas cómo las revoluciones suben y el coche sigue acelerando incluso de lado.
Está claro que el F40 es un coche peligroso, a mi juicio incluso en determinados circuitos en donde las escapatorias no son lo más destacable. Así que imagínate conducir un F40 en la calle…
McLaren F1
Estamos en el año 1998. A pesar de dominar el Mundial de Fórmula 1, para Ron Dennis, presidente de McLaren, sostener el futuro de la empresa sólo en el mundo de las carreras es insuficiente, y hay que consolidar a la misma aplicando a través de otras fórmulas. En 1989 nace así la nueva McLaren Cars, cuya primera misión es la de fabricar no solamente el superdeportivo más rápido del mundo, sino también que sea un coche de fácil manejo, que tenga la mejor relación peso-potencia, y ser práctico para el día a día.
Finalmente, en 1992 se da a conocer al primer modelo del McLaren F1, levantando de forma inmediata un enorme interés. Dotado con un motor V12 de 6.1 litros de cilindrada desarrollado por BMW, sus 635 cv unidos a un reducido peso de 1.140 kilos, lo convirtieron en el coche más rápido del mundo construido hasta la fecha, desbancando de su trono al Jaguar XJ220. No en vano, estamos hablando de unas prestaciones que a cualquiera quitan el hipo: de 0 a 100 km/h en 3,2 segundos y una velocidad máxima de 386 km/h. Es más, como curiosidad, el McLaren F1 es tan implacable que puede acelerar, de una manera progresiva y limpia, desde los 30 a los 225 km/h en sexta marcha.
Cuando se dio a conocer, otros elementos que destacaron del McLaren F1 fue su tamaño relativamente pequeño comparado con otros superdeportivos, y su peculiar configuración de tres plazas similar a la que hace décadas se pudo ver en un vehículo tan exclusivo como el Bizzarrini Manta donde el puesto de conducción está ubicado en el centro y los dos acompañantes a los lados, ligeramente más retrasados.
Aunque el McLaren F1 ya no sea el automóvil más rápido del mundo, todo su potencial debe ser dominado sin ningún tipo de ayuda a la conducción, como la dirección y frenos asistidos, el ABS o el control de tracción. Y aunque, como hemos dicho anteriormente, McLaren quería que el F1 pudiera ser un coche para usarse a diario, está claro que dominar a semejante bestia requiere de expertas manos. Un buen ejemplo puede ser el actor Rowan Atkinson (conocido mundialmente por su personaje Mr.Bean) que el 5 de agosto de 2011 se estrelló con su McLaren F1 contra un árbol. Tras el accidente, el coche se incendió, aunque dos años después el actor pudo disfrutar de nuevo de su flamante superdeportivo tras una completa, y seguramente millonaria restauración.
AC Cobra 427
Hay quienes defienden que el nombre de un coche ya es indicio de su personalidad. Pues bien, ponerle a un coche el nombre de unas de las especies más letales del mundo seguramente puede herir la sensibilidad de todos esos clientes con poder adquisitivo pero con déficit de adrenalina. Y razones no le faltarán, porque el AC Cobra cumple con todos los requisitos para poder ser catalogado como una de las especies automovilísticas más peligrosas y letales de la tierra.
Estamos hablando de un descapotable del tamaño de una lata de conservas dotado con un enorme motor V8 de 427 pulgadas cúbicas de cilindrada (7.000 centímetros cúbicos) que, por cierto, cumple todas las especificaciones del reglamento de la NASCAR, y que rinde una potencia de 415 cv asociada a una caja de cambios de 4 velocidades, que no son pocas teniendo en cuenta que cada una de ellas se las va a ver con 650 Nm de par.
Pero si esto te parece espeluznante más aterradores son sus frenos, o mejor dicho, la total y completa ausencia de ellos, porque circulando a 40 km/h el Cobra se para unos 100 metros más tarde. Además, su suspensión es tan blanda que se balancea tanto que en las curvas parece que te vas a caer fuera mientras los muelles luchan para que no acabes volcado cada vez que el peso del coche recae casi por completo sobre uno de los lados. Es como Mike Tyson en sus peores tiempos como boxeador: puro músculo y torpe en sus movimientos, pero con una pegada capaz de arrancarle a cualquiera la cabeza si baja la guardia tan sólo un segundo.
Es más, si has sido un habitual seguidor del conocido programa Top Gear, recordarás cómo sus presentadores suelen mofarse de todo Muscle Car americano a la hora de tomar una curva. Pues en el año 1993 Jeremy Clarckson dijo sobre el Cobra en la revista Performance Car:
Se arrastra por las curvas y vuela en las rectas. Eso sí, como se te ocurra tocar el acelerador antes de tiempo, te ganarás un lugar en el libro Guinness de los récords en la categoría de cambio de sentido más rápido jamás realizado.
TVR Cerbera
Si anteriormente dije que bautizar a un coche con el nombre de Cobra era toda una declaración de intenciones, inspirarse en el nombre de un perro de tres cabezas que guarda las puertas del infierno (el can Cerbero) puede catalogarse como dantesco. Pero al TVR Cerbera no le falta razón, porque asusta. Bueno, en realidad, casi el 100% de los TVR asustan.
La primera vez que un conductor medio llega a una curva y gira el volante suele quedarse justo al borde de un ataque al corazón tras ver como, de repente, el morro ejecuta un cambio de dirección equivalente a girar el volante el doble de lo que lo ha girado. En ese momento casi cualquier conductor medio suele frenar a fondo, momento en el que se descubre que el TVR Cerbera no dispone de ABS ni control de tracción, por lo que la crisis cardiaca se convierte en paro cardiaco. Sin embargo, si tienes un corazón resistente pisarás a fondo el acelerador, para que su motor V8 de 4.5 litros de cilindrada y 420 cv te propulse hacía adelante.
Pero paradójicamente, el Cerbera es un coche para “entendidos” dispuestos a comprar una mezcla de acabados lujosos, equipamiento irrisorio, proporciones convencionales y prestaciones dignas de cualquier superdeportivo cabreado. No en vano, este TVR acelera de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos gracias a que pesa menos que una canoa, sus respuestas son rápidas, la suspensión es dura, sus frenos son fantásticos, y su dirección es rapidísima. Sin embargo, conducirlo rápido es como hacer equilibrismo en la cuerda floja: si pecas de precavido acabas rodando lento y frustrado, y si te pasas de agresivo caerás seguro.
Porsche 911 996 GT2
Si existe un país sinónimo de vehículos construidos a base de razón pura y lógica aplastante en donde la pasión no tiene cabida, ese es Alemania. Pero afortunadamente, incluso a los alemanes de vez en cuando se les va la cabeza y nos regalan auténticas locuras como el Porsche 911 996 GT2.
En cualquier garaje ideal que se precie debería haber un 911, y es que el Porsche 911 de 1964 ya era un coche que asustaba. De hecho, si a día de hoy cualquier fabricante decidiera poner a la venta un deportivo del motor trasero los gritos en defensa a la seguridad vial se oirían incluso en otras galaxias. Pero claro, podemos pensar que si dicho deportivo sale de las instalaciones de Weissach (centro de desarrollo de Porsche) no habría nada que temer. ¿O tal vez si?
A veces, la línea que separa la genialidad de la locura es muy fina, y dicha línea se cruzó por completo a la hora de desarrollar al Porsche 911 996 GT2. Es entonces cuando se te ocurre ponerle al motor bóxer de 3.6 litros del 911 dos turbos para aumentar la potencia hasta los 462 cv, y para que corra un poco más lo aligeramos 100 kg quitando de aquí y de allá. Pero todavía hay algo que no encaja, así que le quitamos el ESP y el control de tracción. ¡Y ya está! Tenemos un Porsche que conserva todos los elementos capaces de hacer del 911 un coche peligroso, de modo que cuando el morro decida ponerse a flotar debido al poco peso del eje delantero, a la hora de tomar la siguiente curva irás mucho, pero mucho más rápido de lo que irías en un 911 normal…
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Como habrás podido comprobar, aunque nuestros 5 protagonistas son coches disparatados que nacieron en diferentes momentos de la historia del automóvil, todos tienen una cosa en común: ninguno de ellos perdona si cometes el más ligero error al entrar demasiado deprisa en una curva, porque exigen ser tratados con respeto, paciencia y finura. Tal vez, después de saber esto no pondremos tan mala cara cuando veamos que otro año más, los Reyes Magos nos han dejado junto al árbol de navidad un nuevo bote de colonia.