Aunque no nos lo creamos, hay gente dispuesta a pagar auténticas barbaridades por piezas de coleccionismo tan exclusivas y exóticas como el Ferrari 250 Testa Rossa de 1957. Y no es la primera vez que un Ferrari exclusivo sale a subasta: en febrero de 2012, el 250 GTO de 1964 se vendió por 32 millones de dólares. A finales de 2012, el 250 GTO de 1962 lo hizo por 35 millones.
Batió el récord de ser el coche más caro jamás vendido, pero ahora se vuelve a batir el récord, pues el 250 Testa Rossa del que hablamos se ha vendido por la friolera de casi 40 millones de dólares, y es original, no ha sido restaurado. A pesar de ello, su estado de conservación es magnífico para un coche con casi 60 años. Con estos 40 millones de dólares podríamos comprar 28 LaFerrari o 128 F12 Berlinetta.
El 250 Testa Rossa es un coche con mucha historia detrás. Debutó en 1957 para las 24 horas de Le Mans, pero no consiguió acabar la carrera. Phil Hill y Peter Collins sí consiguieron ganar con este coche en Buenos Aires y Sebring. Solo se construyeron 34 unidades para carreras, y este es de los pocos que quedan vivos; de ahí su precio desorbitado.
Después de acabar su vida en las carreras, esta unidad con chasis 0704 fue donada al museo de Henry Ford, donde permaneció 30 años, antes de ser vendido en 1997. Gracias a los buenos cuidados que recibió en el museo de Henry Ford, estamos ante un modelo que no ha sido restaurado y a pesar de todo se mantiene en muy buenas condiciones.
Pero esta vez no hablamos de una subasta, sino de una venta privada. Así pues, no sabemos muchos más detalles de la venta. Lo que sí sabemos es que fue comprado por Tom Hartley, una distribuidor de coches de lujo británico, que posteriormente se lo pasará a su dueño definitivo, del cual no sabemos absolutamente nada.
