Es innegable mentir acerca de lo que está ocurriendo en el mercado del automóvil clásico. Como en cualquier otra burbuja económica del pasado, se quiere negar la evidencia pero pagar 32 millones de euros en un coche es una auténtica locura. Obviamente, no te quedas el coche por el hecho de guardarlo en un garaje o utilizarlo los fines de semana. Buscas algo más, la apreciación del mismo para venderlo unos años más.
Por tanto, la variable principal para que un clásico coja valor es el tiempo y el paso de los años pero claro está, se necesita algún empujón más para convertir un clásico en el más caro del mundo. La subasta tuvo lugar el pasado sábado y logró superar las estimaciones que apuntaban que se situaría el precio final en unos 25 millones de euros. Tras muchas especulaciones en relación al nuevo propietario -se habla de que Lionel Messi se ha llevado el coche por pujar más alto que Cristiano Ronaldo-, uno se escandaliza de si realmente cuesta tanto dinero una pieza de colección como el Ferrari 335 Sport Scaglietti.
Desde mi punto de vista, no creo que los dos astros del fútbol sean grandes aficionados al mundo del vehículo clásico pero sí cuentan con asesores financieros que habrán recomendado la adquisición de este ‘tesoro’. Ahora bien, ¿qué historia tiene detrás un modelo tan mítico de la marca del Cavallino Rampante?
Ferrari 335 Sport Scaglietti, historia de una pieza de colección
Producido en 1958 y 1959, se trata de una de las cuatro unidades que se produjeron. El valor de esta reliquia está más relacionado con los campeonatos en los que ha participado que con lo que podría significar para la compañía. Si hace unos días pudiste ver como un BMW Serie 3 E30 era el pez gordo de los circuitos, éste es sin duda, uno de los máximos exponentes de pruebas tan míticas como las 24 Horas de Le Mans y de la Mille Miglia. Además, fue conducido por el mismísimo Stirling Moss, detalles que inflan el precio por, ya lo ves, unos cuantos millones de euros.
Respecto al número de propietarios, sin duda alguna, en cualquier otro modelo habría tenido un efecto desincentivador en la compra. A ciencia cierta, se conocen cuantro poseedores de esta pieza de colección. Tras sus periplos en el mundo de la competición, pasó a manos de un arquitecto americano, quien diez años después decidió venderlo a un coleccionista de Ferrari. Tras más de cuarenta años en su posesión, ha decidido deshacerse de él. Finalmente, desde hace menos de una semana pertenece a un millonario que se mantiene en el anonimato.
Tras ver qué es lo que ocurrió con el Ferrari F40 y sus modificaciones, siempre se ha defendido, a ser posible, dejar el vehículo como estaba cuando salió de fábrica. No obstante, esta vez hay que hacer una excepción. Al ser un modelo de competición puro y duro, hubieron que hacer muchos reglajes para adecuar el deportivo a cada una de los circuitos en los que estuvo presente. Así pues, hasta el motor V12 que traía de fábrica fue sustituido por otro bloque de doce cilindros y 4.100 cc que desarrollaba un total de 400 CV de potencia.
Pese a que ha alcanzado un precio astronómico, se espera que en unos años termine siendo una inversión rentable. En estas esferas, nada suele perder valor y el coche más caro del mundo no va a ser menos.