Una de las causas que causan mayor número de muertes en las carreteras son las distracciones, sobre todo cuando usamos el teléfono móvil mientras conducimos. Que levante la mano el que nunca haya contestado a un WhatsApp mientras conducía. Es una práctica que supone el pago de 200 euros y la pérdida de 3 puntos del carnet.
Mientras que algunas marcas intentan ponérnoslo más fácil con sistemas de infoentrentenimiento que conectan nuestro móvil al coche, con sistemas de reconocimiento de voz que nos permiten hacer ciertas cosas a través de los mandos del volante, hay otros fabricantes como General Motors, que están trabajando en un sistema de seguimiento ocular, que sabrá cuando no estamos mirando a la carretera para alertarnos ante las pérdidas de atención.
Pues bien, Hyundai quiere ir un paso más allá y ha pensado cortar por lo sano, prohibiéndonos la opción a que usemos el móvil mientras conducimos. Para ello han patentado un sistema que deshabilite nuestro teléfono móvil mientras conducimos. Esto tendría en cuenta la velocidad del coche, e incluso las funciones que estarían disponibles del teléfono, como es por ejemplo la capacidad de recibir llamadas.
Además, estas restricciones se limitarían solo en el puesto de conducción, sin afectar al resto de ocupantes del vehículo. Esto se consigue poniendo antenas a en el habitáculo y monitorizando las ondas de telefonía. Cuando el sistema las filtra, podrá saber si permitirlas o no. No es un simple interruptor, sino más bien un inhibidor de frecuencias selectivo y que se concentra en un espacio muy pequeño.
El problema que se plantea ante esto es que habría que crear un estándar, y que los propios fabricantes de smartphones dieran el visto bueno a implementar esta tecnología en los sistemas operativos de sus dispositivos. Aunque desde luego, si es un estándar abierto podría llegar a extenderse como la espuma, y ser una parte más de la seguridad del vehículo, como el avisador del cinturón de seguridad o el control de estabilidad.
Solo el paso de los años nos dirá si esta tecnología llega a buen puerto, porque los primeros que la rechazarán serán los propios usuarios, así que no valdrá que sea un extra a elegir, sino un elemento de serie tanto en los coches como en los teléfonos, y que no se pueda desactivar. Tanto es así que las autoridades de Tráfico podrían verlo con muy buenos ojos, y promover la expansión del sistema. No tanto la policía, que en este caso vería reducido el margen de actuación ante posibles sanciones, bajando así la recaudación.