De unos años a esta parte, el trío alemán premium de la industria automotriz (Audi, BMW y Mercedes) han desarrollado sus variantes más poderosas bajo sus diferentes divisiones deportivas. Las gamas S y RS de Audi, M de BMW y AMG de Mercedes, han copado todos los nichos de mercado en los que han desembarcado, desde compactos del segmento C, pasando por berlinas devoradoras de Autobahnen, hasta los inimaginables hace años SUV.
En estas últimas semanas hemos visto el nacimiento del Mercedes-AMG GT, y hace apenas un par de días veíamos el relevo generacional para el Mercedes-AMG C 63 AMG. Sin embargo la noticia reside en el cambio de denominación de la marca que los engloba, y es que el apelativo Benz presente en el resto de la gama de Mercedes desaparece, dando paso a la denominación Mercedes-AMG en los modelos más prestacionales firmados por AMG, de modo similar al nombre oficial del equipo F1 de la firma alemana, Mercedes AMG Petronas.
AMG y Mercedes se han cogido de la mano con aún más fuerza tras el lanzamiento del SLS. Recordemos que este modelo estaba predestinado hace una década a ser el sucesor del SLR, construido por McLaren. Sin embargo, Mercedes deseaba una reducción de costes del vehículo, empleando menor cantidad de tecnología de vanguardia que la que McLaren proponía, ya que se deseaba más un Gran Turismo que un deportivo de altos vuelos. Esta política confrontaba con la de McLaren, que pretendía ser un rival para Ferrari o Lamborghini, en lugar de ser un contendiente de, pongamos por ejemplo, Aston Martin. De esta desunión nacía el MP4-12C y la desvinculación de McLaren y Mercedes en F1.
De este modo, se da a entrever que la unión entre ambas firmas, AMG y Mercedes, se fortalece con este cambio de denominación en sus modelos a partir de este momento. ¿Puede que veamos mayor diferenciación en las políticas comerciales de Mercedes?. ¿Puede que Karl Benz marque la diferencia entre los modelos estándar y los vitaminados?. ¿Se continuará con esta nomenclatura en los packs estéticos AMG?