Mercedes-Benz, uno de los constructores más prestigiosos del mundo, está considerado como el primer fabricante de automóviles de la historia, como seguramente ya sepáis todos, gracias al triciclo que patentó Karl Benz en 1886, pero los modelos que fabricaban por entonces no se llamaban Mercedes, ni siquiera eran lo que hoy se conoce como Daimler-Benz, que data de 1926 cuando se fusionaron la Benz & Cie y la DMG (Daimler Motoren Gesellschaft), fundada por Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach.
El nombre de Mercedes lo conocemos todos y su origen, en parte, también. Sabemos que procede de una mujer, de la hija de un personaje que tenía algo que ver con la marca, unos dicen que de los propios fundadores y otros que fue de un importador, pero lo que está muy claro es que Mercedes es un nombre cuyas raíces son latinas y da nombre a la Virgen patrona de la ciudad de Barcelona siendo un nombre muy español. Su significado, porque todos los nombres lo tienen, es ‘la que libera de la esclavitud’ y también una advocación de la Virgen Maria, ‘nuestra señora de la Merced’, que en latín viene a ser ‘perdón’ o ‘recompensa’.
Curiosidades no obstante que realmente, no dejan claro cómo llegó a denominar a una de las firmas de automóviles más famosa y respetada del mundo. Se trata de una historia larga, de una obsesión de un caballero llamado Emil Jellinek que data de antes de 1900 y está relacionada como cabe esperar, con una señorita, la hija de Jellinek. Para conocerla nos vamos a saltar un poco de la historia de la marca y nos acercaremos a 1892, cuando aparece el primer vehículo firmado por DMG, el Phönix (fénix), considerado el primer coche de cuatro ruedas. Este automóvil tardó en llegar bastante tiempo ya que DMG se dedicaba a fabricar motores de cuatro tiempos y los socios financieros de Daimler y Maybach no querían meterse en problemas, decían que lo importante era construir motores que funcionaran bien en tierra, mar y aire, los tres puntos que dieron origen a la estrella que adorna los frontales de los Mercedes.
Este Daimler Phönix (foto de arriba) tenía un motor de dos cilindros en paralelo y montaba un carburador mejorado respecto a los de aquella época, haciendo del modelo un coche eficiente pero poco atractivo. Aún y así, ayudó a colocar a la marca en el mapa de los constructores de coches y ayudó a sanear unas cuentas un poco maltrechas. Mientras esto ocurría, la Benz & Cie se convertía en el mayor fabricante de coches del mundo construyendo 572 unidades en 1899. Por entonces, Emil Jellinek ya se había casado con Rachel Goggmann Cenrobert, una marroquí de ascendencia francesa y sefardí, había visto nacer a su primera hija, Adrienne Manuela Ramona Jellinek y por desgracia, había visto fallecer a su esposa en 1893.
Dicho suceso fue quizás, el que desembocó en la obsesión de Jellinek por el nombre de Mercedes, que resulta ser un apodo cariñoso por el que todo el mundo llamaba a su primera hija, a Adrianne. Emil, que había cambiado su residencia a Niza, en Francia, ya se dedicaba en aquel momento a la venta de coches y por supuesto, a las carreras, donde participaba para el seudónimo de ‘Monsieur Mercedes’. Fue a finales de siglo cuando Emil conoció la existencia del fabricante alemán DMG mediante publicidad en una publicación y decidió, pagarles una visita y hablar con ellos. Tras esa reunión compró un DMG Phönix Double-Phaeton de 8 cv y se convirtió en importador oficial de DMG. Con el Phönix ganó todas las carreras de 1899 bajo el nombre de Equipo Mercedes.
No obstante, nunca estuvo contento del todo con el coche y desde el primer día, se dedicó a enviar telegramas sugiriendo algunas mejoras e incluso exigiéndolas y no siempre con buenas formas hasta que en 1900, el mismo año que Daimler falleció, encargó a Maybach que construyera un coche ‘no para hoy o para mañana, será el coche para despues de mañana’. Era un vehículo con muchas especificaciones propias y con la promesa de comprarle 36 unidades. Este coche era el Mercedes 35hp (foto de abajo), el primer Mercedes de la historia y la primera piedra para establecer el nombre definitivamente en relación al constructor. Realmente el nombre debería haber sido Daimler-Mercedes, pero Emil argumentó que el apellido Daimler no tendría mucha acogida en Francia, donde estaba prevista la comercialización del modelo.
Su hijo Guy, en la biografía de su padre llamada ‘My father Mr Mercedes’ (Mi padre el señor Mercedes), afirma que su padre dijo:
‘El nombre de mi hija… pierde su valor publicitario si se le añade otro cualquiera. Es un nombre algo exótico pero atractivo, fácil de pronunciar y suena bien. Si Vds. quieren, vendan nuevos Daimler o Daimler-Mercedes, yo sólo venderé Mercedes.’
La obsesión de Emil Jellinek con este nombre iba mucho más allá, quizá fue causa de la pronta muerte de su mujer y su encierro en su hija, pero uso este nombre para llamar a unas propiedades que tenía en Niza, Villa Mercedes y Villa Mercedes II, así como una en otra que tenía en Baden y además, también nombró un par de yates con este nombre. Y no acaba aquí la cosa, ya que su propia hija terminó añadiendo el nombre de Mercedes al suyo propio, aunque nunca figuró en su partida de nacimiento y el mismo Emil cambió su nombre oficialmente a Emil Jellinek-Mercedes. Enfermizo, aunque terminó siendo uno de los nombres más famosos del panorama automovilístico de la época debido precisamente a los Mercedes 35hp y al final provocó que la DMG adoptara el nombre de Mercedes como denominación comercial.
Así, llegado 1926, cuando se fusionaron las compañías DMG y Benz & Cie nació la Daimler-Benz (sin que sus fundadores se llegaran a conocer), cuyos modelos se llamaban comercialmente, Mercedes, empresa que ha llegado hasta nuestros días como el primer fabricante del mundo de automóviles.