¿Hombre racional u hombre emocional? Reconozcamos que históricamente la razón siempre ha gozado de mayor prestigio que la emoción. Sin embargo, debemos admitir que en bastantes ocasiones nuestra conducta y actos suelen estar más influenciados y marcados por la emoción, lo cual da lugar a que después nos podamos incluso arrepentir de lo que hemos hecho. De lo que no hay duda es que tanto la razón como la emoción trabajan siempre juntas, aunque con facilidad la razón puede quedar eclipsada si no sabemos dominar nuestras emociones.
Las emociones pueden clasificarse en seis tipologías diferentes: ira, miedo, asco, tristeza, sorpresa, y alegría. Y ahora te propongo un juego: cierra los ojos e imagínate que estás conduciendo cuando otro conductor comete una imprudencia que por poco te cuesta un accidente. ¿Crees que reaccionarías igual si te encuentras influenciado por alguna de estas emociones?
Está claro, las emociones influyen de forma notable en nuestro estilo de conducir, y con ello en nuestra interactuación con los demás conductores, peatones, ciclistas, etc. Entonces… ¿Son las emociones un factor determinante en los accidentes de tráfico? Y si es así, ¿podemos llegar a controlarlas?
Así nos influyen las emociones cuando conducimos
Sobre este asunto ya se han publicado algunos estudios, aunque básicamente todos coinciden en que el número de conductores que poseen la capacidad de aparcar en el garaje sus emociones cuando se sientan tras el volante es realmente bajo; alrededor del 15 %. Y sus consecuencias me han hecho temblar, pues parece ser que conducir bajo un estado de estrés, enfado, o incluso eufórico es equivalente a hacerlo bajo los efectos de ciertas drogas.
Igual de estupefacto me quedé yo cuando lo averigüé. Así que, de lo poco que aprendí en el colegio, recordé el método hipotético-deductivo y decidí llevarlo a cabo durante algunos días. De modo que mientras conducía o incluso mientras andaba por la calle traté de observar más detenidamente el comportamiento de los conductores con los que me cruzaba, y por que no, también el mío.
El resultado me sorprendió bastante; llegas a un punto en el que incluso es posible detectar, por así decirlo, el estado emocional de un conductor nada más ver el coche, como si estuvieran rodeados de un aura totalmente visible, y con ello puedes estar más alerta ante un conductor potencialmente peligroso.
No respetar la distancia de seguridad, circular a una velocidad inadecuada, llevar una relación de marchas errónea con el motor poco o muy revolucionado, frenadas y aceleraciones bruscas, cambios de carril sin señalizar y sin venir a cuento, etc. Estos son algunos de los síntomas de un conductor que circula bajo los efectos de algún tipo de emoción y que también se manifestaban en mí, ya que mi concentración, actitud y forma de conducir eran totalmente diferentes dependiendo de si era un buen o mal día. Llegué entonces al siguiente punto. ¿Podemos controlar nuestras emociones cuando conducimos?
Cómo controlar tus emociones
Evidentemente, controlar nuestras emociones en el día a día es bastante complicado; sería renunciar a ser humanos, pero tal vez podamos hacer un esfuerzo cuando nos sentamos al volante. Pensando en ello, me acordé de las ventajas que llevar a cabo a la práctica la denominada conducción Zen, o lo que es lo mismo, intentar aplicar técnicas que normalmente se usan en los ejercicios de relajación a la hora de conducir y que pueden resumirse en tres pilares fundamentales:
Si vas conduciendo y notas que vas excesivamente adormilado, o lo que es lo mismo, sin prestar la atención adecuada, trata de colocar el asiento ligeramente inclinado hacia delante y concéntrate en llevar las manos adecuadamente en el volante. Al poco, notarás que tu nivel de concentración aumenta.
Si estás enfadado y conduces de manera agresiva trata de no apurar las marchas para llevar el motor poco revolucionado y respira hondo. Intenta que las pulsaciones de tu corazón se contagien de las bajas revoluciones de tu motor, así se reducirá tu nivel de ansiedad.
Si estás en un atasco y tienes prisa, aprovecha las inercias, no luches contra el tráfico y trata de sentirse como una hoja que flota en un río sin intentar ir más rápido que los demás. Piensa que hagas lo que hagas no puedes luchar contra esta situación y que solo cabe resignarse, así que no tiene sentido alguno preocuparse por ello. Se positivo y piensa siempre que saldrás del atasco, y si no puedes, procura evadirte; pon la música que te gusta y trata de disfrutar de ella.
En conclusión, al igual que en muchas parcelas de la vida, las emociones también están presentes cuando conducimos, y a veces pueden jugarnos una mala pasada. Luchar contra ellas es tarea de titanes, pero sabiendo que pueden controlarse no perdemos nada con intentarlo al menos. Seguro que si todos tratásemos de hacerlo la carretera sería un lugar más agradable.