El pasado fin de semana, los días 11, 12 y 13 de noviembre, se celebró en Las Rozas, Madrid, el Motortest The Best SUV Edition 2016, denominación bastante larga para nombrar lo que fue una jornada de pruebas de tres días donde se reunieron todo tipo de SUV firmados por muchas marcas diferentes como SEAT, Hyundai, Volvo, BMW, Mercedes e incluso Porsche y Maserati. Evento donde la idea de los organizadores, la editorial Motorpress Ibérica, era poner al alcance de los interesados todos los SUV posibles para su comparación en el momento, sin tener que estar desplazándose de un lado a otro.
Una de las cosas que más pereza dan cuando vas a comprar un coche es precisamente tener que desplazarte de un lado a otro y además, tener que estar lidiando con los comerciales. Supuestamente, el Motor Test The Best SUV Edition buscaba evitar precisamente eso, los desplazamientos ofreciendo un trato personalizado y además, tener contacto directo con las marcas, otro de los puntos negativos del momento de comprar un coche. Esto lo sacaron al parecer de un estudio realizado junto a la consultora Buljan & Partners, aunque también podrían haberse pasado por un par de concesionarios y haber mandado un par de mail a los centros de atención al cliente de alguna marca para darse cuenta de que el trato, es frío como el hielo y poco emocionante y sugerente.
En definitiva y dejándonos de rodeos, buscaban ofrecer una experiencia diferente a la hora de buscar un coche pudiendo compararlos en el momento y con los miembros de las diferentes revistas de Motorpress Ibérica para atender las dudas de los visitantes, ayudados por los diferentes stand de las marcas montados allí. Algo que consiguieron en parte ya que la experiencia fue interesante, pero seguía faltando esa conexión con las marcas presentes que te ayudara a la elección.
No obstante, no lo tenían mal montado ni mucho menos. En principio te asignaban tres modelos a probar previa inscripción vía internet, modelos que personalmente no solicité pero que al menos fueron muy interesantes y un buen contraste unos con otros, suponiendo todo un descubrimiento. El modo de prueba consistia en un tren de varios coches siguiendo a otro que hacía de guía conducido por uno de los monitores, sin que nadie te acompañara en el coche. Las pruebas eran cortas, muy similares a las que puedes tener en cualquier concesionario.
Pero antes de entrar en materia con los coches que me dejaron, que fueron un Peugeot 3008 GT Line, un Volvo XC60 D4 y un Mazda CX-3 Skyactiv-G 2.0, me gustaría mandar un tirón de orejas a la organización de la gente de Peugeot, que perdieron mi ficha y por ende, no tenía coche reservado, tocándome salir corriendo porque me encontraron un hueco justo en el momento en el que llegué al evento. Así mal empezamos con la imagen de marca frente a un posible comprador…
Volvo XC60 D4
Comenzar con el XC60 no es gratuito, sino que presenta la opción que menos me convenció. Pero no porque fuera un mal coche, todo lo contrario, sino porque no se adapta a mis gustos en temas de conducción. Sus materiales son muy buenos, la terminación raya a un nivel muy alto y la sensación general es especialmente agradable y con un control total de la situación.
El problema es que se trata de un coche muy burgués; comodísimo, fácil de conducir y estable incluso haciendo el tonto y los sistemas de seguridad son geniales, como el aviso de cambio involuntario de carril, que mete el coche de nuevo entre las líneas (sólo hay que pisar una línea continua sin poner los intermitentes), así como el aviso de que nos acercamos al coche de delante, que salta en cuanto nos acerquemos al coche que nos precede más de lo establecido por electrónica. Simplemente, no emociona, vas demasiado aislado, como en una burbuja.
La mecánica que montaba, el diésel D4, un cuatro cilindros de 2.000 centímetros cúbicos con 190 CV y cambio automático de 8 relaciones respondía bien, con mucha suavidad y empuje, pero son más de 1.800 kg en vacío, muchos kilos y se dejan notar tanto a la hora de acelerar, como al frenar y en curvas. Aun así, la configuración general invita a ir tranquilo, sin brusquedades. Suavidad total en todo momento.
Mazda CX-3 Skyactiv-G 2.0
El siente en la lista, el Mazda CX-3, supone una opción interesante si buscas, básicamente, un crossover sin ningún tipo de aspiraciones campestres, pero divertido y hasta juguetón. Lo único que no terminó de convencerme fueron el tamaño general del coche, en clara desventaja tras bajar del Volvo y el tacto del embrague que tenía un recorrido especialmente corto y en algunas circunstancias se hacía incómodo. Tampoco me gustó al cambiar rápido de marcha, pues al soltar el pedal el coche daba unos tirones muy molestos. Quizás fuera también culpa mía, no descartemos eso, pero molesto era un rato.
Si me gustó mucho el cambio, de recorridos super cortos y de tacto muy bueno, ni duro ni blandurrio desagradable. Daba gusto manejarlo, es más, me dedique a dejar ‘escapar’ al pelotón para hundir el pedal derecho, llevar el motor hasta el corte y poder manejar el cambio. Genial. Además el motor, el Skyactiv-G de 2 litros y 120 CV, subía rápido de vueltas, con un sonido sugerente y muchas ganas, aunque se notaba que podía dar más de sí y que a pesar de la cilindrada se quedaba un poco corto. Eso o que me estoy acostumbrado en exceso a los motores turbo, pues el Skyactiv-G es atmosférico.
Todo el habitáculo está fabricado con plásticos duros al tacto, pero los ajustes son buenos y el diseño aunque simple, es agradable. No me gustó la tapicería con los laterales de los asientos en blanco y el centro en negro, pero para gustos ya sabéis. Al menos eran cómodos.
Peugeot 3008 GT Line
Créeme si te digo que sorprendido estoy de poner al Peugeot 3008 como ganador de esta particular, ¿comparativa?. No soy de Peugeot, lo digo claramente. No creo que haga coches malos ni mucho menos, pero los que he podido probar nunca me convencieron en cuanto a postura de conducción y tacto de algunos mandos como el selector del cambio, cosas que al menos en el 3008 pasan a la historia, aderezadas con un espectacular diseño interior más propio de una nave espacial que de un coche.
Todo en el Peugeot 3008 sorprende, desde su imagen, pasando por su interior y su comportamiento. El volante es una pasada estéticamente, pero además no resulta incómodo en ningún momento y su tacto es bastante bueno. Peca de una dirección excesivamente asistida pero no da la sensación de estar jugando a un videojuego y la impresión es de dirigir al coche allá donde apuntes con él sin atisbo de imprecisión ninguna. La instrumentación se ve especialmente bien, pero requiere adaptación pues resulta un poco extraño ver el tacómetro con la aguja al contrario, además, el tono cobrizo exclusivo de la versión GT Line no me gustó especialmente. Gustos de cada uno.
Bajo el capó estaba el 1.6 BlueHDi de 120 CV junto a la nueva caja de cambios EAT6 automático y con sistema ‘Quickshift’ para cambiar más rápido de marchas que si bien era rápido, no noté especiales diferencias respecto a otros cambios que he podido usar. Era cómodo, muy suave y obediente, cuadraba perfectamente con el talante del coche que por lo general se notaba ágil y dinámico; divertido.
Por otro lado, Peugeot fue la única marca que nos tenía preparado un circuito ‘off road’ donde me lo pasé realmente bien. No era un circuito extremo evidentemente, pero sí estaba bastante roto, con agujeros, desniveles, zonas de hierba así como subidas y bajadas. El coche respondió bien, pasaba con soltura por las zonas rotas y la suspensión se mantenía muy digna ante maltrato que sufría, aunque llegue a golpear con los bajos del morro y con la ’panza’ del coche. Exceso de ímpetu y ganas de divertirme…
Poco más se puede sacar de unas pruebas tan cortas, pero no me importaría tener el Peugeot 3008 durante la semanita de rigor para probarlo más a fondo.