Actualmente se está celebrando el CES en Las Vegas, una feria que toda la vida ha estado enfocada a la tecnología, donde los grandes fabricantes asiáticos mostraban sus novedades venideras para el nuevo año, en televisiones, móviles, ordenadores, cámaras, etc. Sin embargo, en los últimos años, los fabricantes de coches también tienen algo que decir en este aspecto.
La conducción autónoma y los nuevos sistemas de infoentretenimiento cada vez tienen más protagonismo y relación con la electrónica de consumo. Los coches cada vez se alejan más de ser un trozo de chapa con un motor, para ser cada vez sistemas informáticos más complejos e integrados en la tecnología que nos rodea como usuarios.
Los fabricantes empezaron a darse cuenta tarde de que los sistemas multimedia de los coches deberían haberse catapultado, desde la explosión de los smartphones. Pero a pesar de que hace ya 8 años que apareció el primer iPhone, no ha sido hasta hace pocos años cuando hemos empezado a ver pantallas integradas en el salpicadero, sistemas multimedia táctiles, etc.
Y esto está realmente bien. A mi como usuario me encanta saber que mi teléfono está perfectamente sincronizado con mi coche, que puedo recibir llamadas sin quitar la mirada de la carretera, o reproducir una canción que haya en mi terminal a través de un comando de voz. El problema viene cuando queremos salirnos de los límites de lo común, como he podido ver en este CES 2015.
La seguridad en juego de la atención del conductor
Vemos sistemas de infoentretenimiento que llegarán a los coches en pocos años, en la nueva generación de cada marca, donde el denominador común son gigantescas pantallas, controles por gestos aéreos gestionados por una cámara tipo Kinect y salpicaderos con los botones justos, dejando todo en las manos del sistema multimedia.
Puedo entender que estos sistemas estén pensados para entretenernos cuando los coches sean completamente autónomos, y no tengamos que prestar atención en las carreteras. Pero para que esto ocurra realmente faltan aún varias décadas para que las infraestructuras, los gobiernos y la sociedad se adapten a las máquinas que conducen por nosotros.
Sin embargo, estos sistemas multimedia llegarán en cuestión de un par de años como muy tarde, y serán un gran elemento de distracción para el usuario. ¿Por qué tengo que navegar entre numerosos menús para regular la temperatura del climatizador cuando antes sin apartar la vista de la carretera podía hacer lo mismo localizando el tacto de una ruleta?
Los salpicaderos reinados por pantallas infinitas son muy bonitos, pero no sabemos hasta qué punto pueden empeorar la ergonomía del conductor. Veo bien que se simplifiquen esas consolas centrales inundadas de botones, pero aún son necesarios los controles físicos para comandar nuestro coche, y para llegar a una pantalla táctil tenemos que mirar, porque no podemos sentir lo que tocamos, todo es plano.
El camino debería ser centrarse en la conducción, no en el entretenimiento
Y que conste que no quiero ir en contra de la evolución tecnológica de los coches, pero sí que pienso que no lleva el camino adecuado en algunos aspectos. Lo primordial es centrarse en asistir al conductor, y en facilitarle las tareas, no en ponerle una pantalla de 12 pulgadas en el salpicadero, para distraer la atención y para suplir la función de decenas de botones que antes eran físicos.
Prefiero descolgar una llamada pulsando un botón en el volante que no tener que soltarlo para hacer un gesto en el aire para rechazarla o contestarla, gesto que a saber la cantidad de veces es capaz de reconocer bien la cámara encargada.
Lo que sí me parece un gran acierto es la evolución de los salpicaderos, que dejan a un lado las agujas analógicas de toda la vida para dar paso a unas enormes pantallas OLED que ofrecen todo tipo de información al conductor, y que además se pueden adaptar a cada situación dependiendo del momento.
Es la evolución de los inútiles cuadros de instrumentos LCD monocromos, los cuales además de no refrescar la información con mucha velocidad, no ofrecían la suficiente precisión que nos da una aguja analógica. Y en muchas ocasiones se prescindían de funciones, como la temperatura del agua o las revoluciones del motor.
Ahora con estos nuevos salpicaderos las agujas se podrán adaptar a una conducción deportiva, al potenciómetro del sistema híbrido, nos podrán enseñar la ruta del navegador en color y en tres dimensiones, o incluso podrán darnos información más avanzada, como las temperaturas del aceite, presión del turbo o tiempo por vuelta, en caso de que corramos en un circuito.
Tras esta reflexión me gustaría saber también cual es vuestra opinión y si compartís mi punto de vista, de cara al conductor. Solamente espero que las marcas recapaciten a tiempo para que los coches no dejen de ser coches, y que mientras seamos humanos los que los conduzcamos, no queremos una videoconsola en el salpicadero.
Todos sabemos que la distracción al volante es la principal causa de riesgo de poder sufrir un accidente. Particularmente, yo sólo necesito un volante, pedales, palanca de cambio y mandos esenciales (intermitentes, faros…) para conducir. Todo lo demás me sobra, aunque tengo que reconocer que soy bastante tecnófobo en este aspecto.
Como bien dices, la tecnología tiene la función de ayudarnos y hacerlo todo más fácil, pero a veces nos equivocamos y nos dejamos llevar en exceso por ella, y en vez de verla como un elemento de ayuda la vemos como un elemento sustitutivo. Y a su vez, debe ser usada con responsabilidad; por mucho que me carguen el coche de elementos multimedia e infoentretenimiento, su buen uso dependerá del conductor, y ya vemos como no hace falta mucho para que alguien se distraiga al volante.
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