Aunque parezca que no, Rolls-Royce es una empresa que está muy diversificada. De hecho, podría resaltarse su labor más bien por la fabricación de motores para aviones y turbinas para medios marinos que por su producción exclusiva de vehículos de lujo. Sin embargo, el producto final no es igual en ambos casos y claro, el amante de los automóviles terminará asociando la empresa con el mundo de las limusinas.
La compañía, que desde el año 2003 pertenece al grupo BMW, ha jugado en más de una ocasión al gato y al ratón con la posibilidad de incorporar la tecnología eléctrica en los modelos que actualmente fabrica. Pese a que no se le ha tenido en cuenta, ya en el año 2011 sacó a la luz el que podría haber sido el adelanto de esta tecnología en su modelo más representativo, el Phamtom con el concept car 102 EX. Desde entonces no se ha vuelto a saber nada más al respecto pero bien es cierto que últimamente están comenzando a implantarse verdaderas restricciones medioambientales, las cuales podrían poner en serios apuros los intereses de la empresa. Las declaraciones de un peso fuerte de la compañía ha reavivado una llama que parecía apagada, generando de nuevo una pila de rumores.
¿Futuro eléctrico en Rolls-Royce?
Asociar la sustitución del potente motor V12 por uno eléctrico con el objetivo de ahorrar en el combustible es una auténtica tontería. De hecho, el posible propietario podría tenerlo tras desembolsar sus petrodólares, conseguidos precisamente gracias a esta industria. Por ello, ¿cómo es que parece coger de nuevo impulso esta posibilidad? Pese a que los coches nuevos emiten cada vez menos partículas contaminantes, las leyes se están recrudeciendo en este sentido. Si además esto era ya una amenaza para este tipo de coches, lo ocurrido con Volkswagen y sus software camuflados no hará más que alimentar la restricción de uso de los más contaminantes.
Precisamente los Phantom, Wraith y compañía pertenecen a este grupo de verdaderos ‘suelta humos’. Por ello, ha surgido algún que otro rumor que afirma que dentro de las instalaciones del fabricante británico podría estar cogiendo peso la posibilidad de incorporar en un plazo más bien cercano mecánicas eléctricas. Ha sido Torsten Mueller, alto dirigente del grupo, quien ha dicho lo siguiente:
”Suponiendo que encontrásemos la tecnología de baterías que nos permitiese ofrecer autonomías aceptables a nuestros clientes, claramente puedo imaginar un Rolls-Royce eléctrico”.
Y no es para menos porque, ¿cuántas baterías habría que alojar en el Phantom para poder mover con soltura las casi dos toneladas y media que pesa en vacío? Además, ¿qué autonomía le ofrecería al automóvil para que fuese aceptable para los propietarios de una mole de unos 500.000 euros? Son preguntas que a día de hoy son difíciles de contestar. Lo que está claro es que hace falta mucho trabajo para alcanzar las cifras que actualmente consigue con el motor de gasolina.
Sea como fuere, habrá que esperar para ver qué decisión toman. Lo que sí que es inevitable es la determinación de los estados en referencia a la emisión de los gases contaminantes. Pese a las presiones de los fabricantes, la normativa es más dura y las futuras generaciones que sustituirán la Euro6 conllevarán algún que otro disgusto a fabricantes de deportivos y contaminantes.