Dejando a un lado el transporte público y los cada vez más presentes vehículos con combustibles alternativos, las bicicletas eléctricas serán fundamentales para reducir el nivel de contaminación de las grandes ciudades. Es una muy buena propuesta y hay lugares en los que hasta puede significar un incentivo en la nómina a final de mes. Ahora bien, es innegable que aún queda mucho por hacer.
Las bicicletas eléctricas son caras y suponen una inversión muy a futuro, teniendo en cuenta que hay que amortizarlas durante más de dos años para comenzar a ver un ahorro de dinero. Afortunadamente, con la innovación GeoOrgital, ahora es posible aprovechar la bicicleta actual. ¿Cómo lo consigue? Tan solo habría que acoplar en la llanta delantera un sistema que contribuye al desplazamiento de la rueda delantera, arrastrando el resto del medio de transporte junto a su pasajero. No obstante, aquí no acaba todo, ¿qué más características tiene?
GeoOrbital convierte tu bicicleta convencional en eléctrica
Esta solución podría contribuir al afloramiento de las bicicletas eléctricas en las grandes ciudades, congestionadas ahora por vehículos contaminantes, sobretodo aquellos que son diésel. Posee una serie de ventajas y algún que otro inconveniente, decidirse por este producto dependerá finalmente de la decisión del consumidor.
Entre las principales ventajas se pueden encontrar su fácil instalación, su eficiencia y autonomía y la posibilidad de cargar las baterías de forma muy sencilla. El ‘pero’ más destacado podría ser el peso ya que la rueda que lo incorpora aumentará su volumen hasta los 7 u 8 kilogramos de peso.
Consta de un motor eléctrico que se puede cargar en cualquier enchufe convencional. Éste consta de una potencia de 500W y una batería externa extraíble de iones de litio de 36v. Esto le permite contar con una autonomía total de unos 70 kilómetros, todo dependiendo, por supuesto, de la intensidad de uso del mismo.
Por otro lado, cuenta con un puerto USB para hacer posible las cargas de la batería de cualquier pequeño aparato, tales como un reproductor de música o el teléfono móvil. Otra de las curiosidades es la velocidad a las que se puede programar el sistema ya que puede circular hasta una velocidad máxima de unos 30 km/h, válida para la gran parte de los trayectos por la ciudad.
Tal y como ya se ha comentado, su debilidad más trascendente es la nula posibilidad de acoplar este sistema a todas aquellas bicicletas con llantas comprendidas fuera de los 26 y 29 pulgadas. Ello unido al excesivo peso, hacen que esta innovación no pueda terminar cuajando un gran papel en el mercado de las bicicletas y su reconversión.
La compañía que ha diseñado este sistema ha comenzado una campaña para recaudar fondos en la plataforma Kickstarter. De los primeros 75.000 dólares que pensaban que podrían obtener, han conseguido alcanzar los más de 400.000 dólares, habiendo aún más de un mes de plazo para seguir consiguiendo fondos. Tan buena aceptación ha tenido entre el público que podría comenzar la producción en tan solo unos meses.
Eso sí, es un producto que te hará replantearte la idea de aprovechar tu antigua bicicleta o apostar directamente por esta innovación. ¿Por qué? En torno a 900 euros es lo que podría costar esta innovación. ¿Quién dijo que los comienzos iban a ser fáciles?