Es imposible comparar la seguridad de un vehículo de hace quince años que uno que sale al mercado actualmente. Es más, no equivale a lo mismo la obtención de una estrella en las pruebas de choque de la Euro NCAP de ahora que la de hace tres lustros, eso es así. Le pese a quien le pese, los coches antiguos son mucho menos seguros que los actuales.
La presencia de la tecnología en materia de seguridad, tanto activa como pasiva, ha provocado una reducción considerable en el número de fallecidos en accidente de tráfico en los últimos años. Pese a ello, la crisis económica y el coste de adquisición de un coche nuevo ha provocado que todavía exista una gran parte de la población en posesión de un vehículo antiguo por necesidad.
Ahora, un pequeño dispositivo le permite a todo conductor con un coche posterior al año 2000 disponer de una serie de medidas de seguridad que la mayoría de los coches aún no traen de serie. Se llama Mobileye y esta empresa, de capital israelí, llega pisando fuerte a mercados con mercados donde la media está en torno a los diez años.
Mobileye, la actualización de la tecnología de seguridad en un coche con más de diez años
Se trata de una innovación que le alertará al conductor de toda una serie de peligros potenciales con la suficiente antelación para evitar sufrir un accidente. En el pack se incluye una cámara y una pantalla en la que se detallan todos los posibles riesgos que se cometen en la conducción.
Posee un radar que calcula la distancia que precede con el vehículo de delante. Si detecta que la distancia de frenado en un hipotético frenazo no sería suficiente para evitar el accidente, se enciende un testigo de color rojo alertando de la posición. Si aún así no se reduce el riesgo, una alarma comienza a sonar para que el conductor disminuya la velocidad.
Esta innovación no es automática como sí que podría serlo el freno de emergencia automático. Activa señales acústicas ante la presencia de cualquier objeto o persona situada en medio de la carretera pero no llega a activar el freno, al fin y al cabo, el conductor es el último que decide actuar. Aún así, se trata de un elemento de seguridad activa que puede evitar un atropello o accidente.
Además, es capaz de leer las señales de tráfico, avisando al conductor acerca de la velocidad máxima permitida en la vía por la que se circula. Actúa, por tanto, como cualquier otro sistema que ya está implantándose en los vehículos actuales con la salvedad que ahora este aparato le permite al conductor disponer de ello en su vehículo más viejo.
El coste del dispositivo, incluyendo la instalación y la configuración del mismo, es de 850 euros. Pese a que puede parecer un precio un tanto elevado, es de gran ayuda para mejorar la seguridad de los ocupantes. Alerta de muchos peligros al conductor, pudiendo anticiparse a los posibles peligros a los que se puede enfrentar uno cuando coge el coche.