Hasta ahora, lo más estandarizado que has visto en referencia al transporte público habrá sido la instalación del mecanismo Start Stop en las unidades de autobus adquiridas por el ente público en los últimos meses. Esta innovación es insuficiente para conseguir una movilidad sostenible y combatir la contaminación creciente que se está produciendo en las metrópolis más importantes del mundo porque apagar un motor de combustión durante apenas unos segundos ayudará solo residualmente a reducir este problema.
Para alcanzar un nivel de eficiencia muy alto es necesario que se subiesen varios escalones dentro del mundo de la hibridación. Los autobuses eléctricos todavía no son una realidad que se haya viralizado por la mayoría de los países. Es cierto que los trolebuses están presentes desde hace ya algunos años en muchas ciudades, pero a decir verdad, ¿es eficiente cablear una ciudad para que un vehículo no pueda salirse de ese tramo? Para eso ya existe el tranvía, sí, es más caro pero cumple la misma función.
Por ello, quizás, no son eléctricos aún, por no cumplir las expectativas en cuanto a autonomía. Pensando razonablemente, no tendría ningún sentido dejar el servicio para recargar las baterías cada cierto tiempo, la productividad caería y se produciría una desincentivación del uso del transporte público. Así pues, ¿cuál podría ser la solución? Un sistema que permite cargar las baterías a través de ondas electromagnéticas mediante un emisor colocado bajo el asfalto.
Solución innovada por Bombardier, la recarga Private
El mecanismo es muy sencillo. Tras un primer momento de dificultad por tener que levantar varios puntos de la carretera para instalar las placas emisoras de energía, todo se reduce a ser muy mecánico y sin que el cliente note nada. El funcionamiento es claro, cuando un autobús circula con las baterías descargándose, el sistema es capaz de detectarlo y envía la energía necesaria para cargarlas sin necesidad de desplazarse a una ‘electrolinera’.
Por este motivo, es necesario que las diferentes estaciones de carga se sitúen en lugares muy puntuales tras la realización de un conveniente estudio. Así pues, los lugares más apropiados para la instalación deberían ser los puntos en los que el autobús pase más tiempo parado, como por ejemplo una parada en la que pase más segundos de los habituales o un semáforo que normalmente siempre le pille en rojo.
Al fin y al cabo, esta tecnología implicaría un ahorro en el transporte como una mejora de la calidad del tráfico por disponer de un mayor número de personas utilizando los medios públicos para desplazarse. ¿Por qué? Lo lógico sería pensar que los beneficios a largo plazo se dispusiesen con el fin de abaratar las tarifas de los servicios de movilidad públicos. Obviamente, siempre habrá personas reticentes a aprovechar el medio de transporte público para realizar sus viajes pero sería muy positivo de cara a disminuir los altos niveles de contaminación que hay presentes en las metrópolis.
Es esencial, además, anunciar que este sistema está comenzando a implantarse en Braunsweig, Alemania. En las próximas fechas se animarán Berlín, Mannheim y Brujas como principales puntos geográficos para lanzar esta nueva tecnología por lo que habrá que estar atentos en los próximos meses para ver el nivel de eficiencia.